El mundo volvió a contener el aire este martes 5 de noviembre del 2024 por las elecciones de Estados Unidos. Los expertos anticiparon que sería un hito histórico no sólo para la historia de ese país, sino para todo el mundo. Y nunca antes unas elecciones habían estado tan influidas por la tecnología.
La complejidad de estos tiempos se desvanece cuando hablamos de la lógica de los algoritmos. Las plataformas digitales hicieron algo que suena muy sencillo, pero que en realidad es un cambio de paradigma: se ajustaron a nuestra pereza. Los humanos, entre tantas cosas, somos perezosos y las grandes tecnológicas han sacado mucho provecho de esto.
Al final del día, lo que hacen los temibles algoritmos es alimentar nuestras certezas. Apenas entienden que eres un fanático del fútbol, un encariñado por los rescates de mascotas o un apasionado por una vertiente política, te suministra casi todo el contenido de las redes sobre los ejes que has buscado, ‘Likeado’ o guardado en tu celular.
Todo muy diferente a lo que pasaba el siglo pasado con la televisión abierta, por ejemplo. Hace ya unas décadas éramos mucho más colectivistas en cuanto a los consumos. Todos teníamos que adaptarnos a la poca oferta que había: todos veíamos la misma novela, el mismo partido de fútbol y a los mismos partidos y candidatos. Todo era unidireccional.
Sin embargo, con la llegada de las redes sociales y sobre todo de los algoritmos, todo se fragmentó. De hecho, todo se individualizó (algo, tampoco tanto). La consecuencia principal de los algoritmos es la creación de pequeñas burbujas de información. Burbujas individuales, si se quiere.
Lo que está pasando en la política, y particularmente en las elecciones de este nuevo mundo, es que la fragmentación se transformó en pelea constante. Y las plataformas tecnológicas, que claramente no son apolíticas, les interesa que haya conflicto entre barras y partidarios, porque al final del día, la forma en que monetizan las redes sociales es por el tiempo que cada usuario pase en su plataforma.
No es un secreto que cuando entras a una red social, casi siempre, lo primero que encuentras son voces y opiniones con las que NO estas de acuerdo. Este es un cambio grande entre lo que pasaba en 2018 versus lo que ocurre ahora. Las plataformas se dieron cuenta que no hay nada que emocione más a un humano que tratar de tener la razón. Por eso, puedes pasar horas discutiendo con ese contrincante virtual en cuanto a política se refiere.
A ver, el tema con la política y los algoritmos es que están minando la participación. Pasamos de una era tirada al individualismo, para pasar a la era de confrontación eterna. Todos pierden bajo la lógica de la pelea de los caracteres y videos. Todos, menos las plataformas que están monetizando como nunca el hecho que pasemos más de 12 horas peleando o viendo pelear por política.