En el diario vivir pareciera que el colombiano se tomó a pecho la expresión especialmente trillada en nuestra sociedad del “le hizo conejo” o “le hace conejo” y que ésta hace parte de lo cotidiano.
Si bien, en principio, este vocablo quiere decir que lo estafaron o lo engañaron, la connotación tiene que ver también con dejar de cumplir un compromiso, modo que se usa mucho para indicar que un político hizo todo lo contrario o hizo caso omiso de las pretensiones acordadas o de las promesas iniciales.
Asimismo, y resulta preocupante, se refiere a saltarse por la borda una instrucción, una persona, un acuerdo, una norma. Y es el canal por dónde empieza a entrar la corrupción. Lo malo está es en que así como se suele decir que es apenas una mentirilla o una mentira chiquita o una mentira piadosa, de igual forma hacer conejo muchas veces se tapa con un gana-gana para ambas partes que lo concilian.
Son muchos los casos que comprueban esta grave costumbre. El más conocido es ¿Le doy factura (no pago IVA)? Pero sucede con muchas cosas. Vemos cómo se ha tratado de depurar la lista de vinculados del Sisben, pues muchos no cumplen los requisitos y no están en las condiciones de vulnerabilidad que les da el derecho a estar en un plan de salud no contributivo como los demás.
Un ejemplo reciente lo tuve a la entrada de un restaurante cuando opté e insistí en tomar el servicio bogotano de Valet Parking. Ya van varias veces que me hacen la misma propuesta. Como el servicio es costoso, sus empleados proponen que lo deje en la calle y ellos directamente “lo cuidan”, propuesta que termina por hacerle conejo a la empresa de parqueo.
En muchas otras cosas pasa lo mismo. Hay quienes llevan un “regalito” para que les adelanten el turno. Y esto tácitamente es hacerle conejo a quien le corresponde en la fila. Igual pasa con las coladas del Transmilenio, el cruce prohibido, la sobrefacturación, la certificación laboral no real o la excusa médica no cierta.
Hay que entender que hacer conejo, así sea en pequeñas cosas, es el principio de una sociedad que convive con la corrupción y peor aún que la comparte. Una campaña pedagógica constante se hace indispensable para lograr entender que la pulcritud puede ser compañera del diario vivir. Aquí es donde entra a jugar la importancia de unir educación con la formación.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI