Tras ocho años de tregua regresa a Colombia, con todo ímpetu, la más implacable polarización que ya empezó a frenar el desarrollo y a golpear la economía. Y viene acompañada con rudos golpes a la incipiente y maltratada paz, con falsos positivos, con obtusos golpes a la libertad de prensa, con amenazas a los periodistas que tienen que emigrar para salvar su integridad, con un millón de “cooperantes” (milicias bolivarianas los llaman en Venezuela). La funesta “seguridad democrática” resurge de sus antiguas raíces con odio, rabia y tirria, corregidos y aumentados.
Pánico, pavor y espanto empiezan a apoderarse de quienes se apartan de las prácticas que se hacen cada vez más agresivas en quienes ganaron. Todos confiaron, en su momento, que no les robarían la esperanza, como dijo el Papa Francisco a los jóvenes en Bogotá. Esa esperanza la ofreció Duque cuando anunció que sería “el presidente de todos los colombianos”, no solamente del Centro Democrático. Ese 7 de agosto de 2018, empezó a correr el tiempo y, el implacable reloj fue descubriendo las verdaderas intenciones de camuflados dirigentes del partido de gobierno. El primer zarpazo fue de Macías durante su aburrido discurso para posesionar a Iván Duque.
El “presidente de todos los colombianos”, se apartó de sus objetivos. O ¿lo apartaron? Se rodeó solamente del uribismo más reconcentrado, vengativo y pésimo consejero. En este país era usual que los presidentes escogieran sus colaboradores entre personas integras, honestas, rectas y justas. Duque ha sido asaltado en su buena fe -se espera- y buscó solamente uribistas osados y farrucos, con hojas de vida notarizadas, sin experiencia y sin preparación.
Quiere ahora el Presidente lograr un gran acuerdo nacional, pero sin opositores. Si se busca un pacto, alianza o convenio, debe ser con todos los colombianos, de los cuales él quiere ser su presidente. Todos quieren colaborar, para sacar este país adelante, sin polarización, ni odio. El uribismo y Uribe, deben dejarlo gobernar. Su mentor, debe comprender que ya no es presidente de Colombia, que tuvo su cuarto de hora que manchó con seguridad democrática, falsos positivos y demás equivocaciones y desvíos. ¡Deje libre a Duque, que tuvo en su padre un gran formador y consejero!
Duque debe ordenarle a las “lenguas de fuego” dejar que la prensa ejerza sus funciones: que investigue e informe. La señora Cabal, debe practicar lo que ordena a los vagos: ¡estudiar! y enterarse de que el New York Times es el periódico que más filtros tiene para garantizar el rigor de las noticias y los aplicó en el caso de su corresponsal Nicholas Casey. Igualmente debe sosegar a su Canciller y Mindefensa, para que también estudien cómo funciona la prensa libre y veraz. Con la credibilidad de los periodistas no se juega, porque ella no se compra en ninguna tienda.
BLANCO: Alejandro Gaviria, nuevo rector de la U. de los Andes. ¡Admirable decisión!
NEGRO: El nuevo atraco de los Nule lo pagarán los bogotanos.