Hay seres como Laureano Gómez que hacen pensar en el hierro y en la roca; otros como Jorge Eliécer Gaitán daban la sensación del fuego y la pasión. Los leopardos y los grecolatinos -Londoño, S. Villegas, Ramírez Moreno, Alzate Avendaño- recuerdan el agua que es móvil, fluida, armoniosa, nómada y voluble. Cuando recordamos a los leopardos y a los grecolatinos nos sentimos en un ambiente de atractivas colinas, mentes, prados y valles. Jamás los comparamos con las montañas, los huracanes o los volcanos enfurecidos.
Estas escuelas o movimientos tuvieron desde luego un significado, con sus escritos inflamados y los discursos musicales, recreaban, fascinaban y llamaban la atención. Nunca sacudieron a la sociedad con la misma profundidad, que Gaitán o Laureano con sus poderosos protagonismos. Repetía que, para enriquecer a unos privilegiados, se arruinaban a millones de asalariados con sueldos de hambre. Y también explicó que, para mantener a un plutócrata o un brillante burgués, sudaban y se esforzaban millones de jornaleros.
A su turno Laureano Gómez con su estremecedora elocuencia parlamentaria, tuvo como bandera esencial la lucha contra la corrupción. Enfatizó en que un gobierno sin moral es como una mujer bella sin virtud, un elemento más de prostitución.
Con soberbia satánica estigmatizó a los sepulcros “blanqueados” y los hundió en el abismo del asco y del desprecio. El Maestro Valencia dijo: “Laureano Gómez es el hombre tempestad, a quien solo se puede amar u odiar… Con su verbo chasqueante, condena y fulmina como un Júpiter Olímpico…”.
Ni los grecolatinos, ni los leopardos se conmovieron ante las traumatizantes desigualdades sociales, la insultante miseria, la opulenta oligarquía financiera, el desafiante desempleo, la arrogante clase latifundista y mil problemas más, nada les significó”.
No obstante, la enorme inteligencia de los grecolatinos y los leopardos, no tuvieron el acierto de orientar tanta capacidad intelectual en la elaboración de obras perdurables, como si lo supieron hacer Rivera con “La Vorágine”, Jorge Isaac con “La María” y Suárez con su inmortal “Oración a Jesucristo”
Los leopardos siempre estuvieron en el parlamento. ¿Qué ley trascendental produjeron para el pueblo colombiano, en el ámbito económico, en la salud, en la educación, en el arte, etc?...
Como escritores fueron maravillosos.
Humanistas muy destacados fueron las figuras que hemos mencionado.
Pero si un escritor no logra las alturas de un García Márquez como novelista de o de un Lleras Camargo como estadista, no por eso se puede afirmar que es un valor regular o un exponente mediano.
Del gran Marco Fidel Suárez se ha dicho que a pesar de su poderosa cultura literaria, no dejó una obra fundamental para la posteridad. Núñez, pensador inabarcable, produjo artículos ensayísticos de sólido contenido, pero ha podido colocarse, como pensador político, a la altura de los grandes creadores de teorías políticas como el clásico Ortega y Gasset.