Liderazgo bajo cero (1) | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Abril de 2017

En uno de esos diálogos de Semana Santa con periodistas perspicaces, nos preguntábamos por qué las elecciones recientes en América Latina están mostrando resultados tan estrechos.
¿Acaso todo es tan simple como para reducirlo a que la gente ya no confía en la democracia, está secundando a movimientos radicales, o que los jóvenes son indiferentes por naturaleza?
¿Acaso basta con aducir que la población está harta de la política y prefiere aislarse, o abstraerse, o delegarle a un oportunista todas las facultades para que le garantice la cobertura de necesidades mínimas renunciando a las libertades públicas y al derecho a pedir cuentas?
Primero que todo, los márgenes muy estrechos son positivos para una democracia porque reflejan incertidumbre y la incertidumbre es la base de una auténtica democracia pues el ciudadano  no sabe de antemano quién será el ganador.
En los regímenes dictatoriales, como en Cuba, donde no existe el pluralismo, vota el 99 % de los habilitados pero solo pueden hacerlo por el Partido-Estado, con lo cual, lo único que se consigue es perpetuar al régimen en el poder.
En otros casos, como el de Venezuela, la oposición puede ganar la mayoría de las curules en la Asamblea, pero luego el régimen se encarga de bloquearla o anularla mediante sentencias de los tribunales.
Pero, por otra parte, también es cierto que los márgenes estrechos pueden reflejar la desconfianza, la apatía o el desencanto de los ciudadanos hacia el sistema democrático en que viven por una sencilla razón: porque no lo consideran ni libre, ni limpio.
En concreto, eso se podría relacionarse con tres factores:
Primero, lo que tiene que ver con el liderazgo.  Los líderes están frecuentemente cuestionados, o bajo sospecha, porque no son auténticos ( solo manipulan a la población ), o aparecen envueltos en escándalos de corrupción cada vez más tormentosos, a tal punto que se les ve como eslabones del crimen organizado transnacional, o sea, como parte de las redes ilícitas dedicadas a saquear el erario público.

Segundo, lo que tiene que ver con la contaminación de los sistemas y mecanismos electorales, es decir, los consejos nacionales, registradurías, etc.
De hecho, hay un alto volumen de elecciones impugnadas, alegatos de fraude, o fallas en los circuitos electrónicos de datos, con lo cual, los ciudadanos, polarizados, tienden a pensar que muchos de sus gobiernos son espurios y que solo se esfuerzan por enquistarse en el poder.
Continuará….