LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Diciembre de 2011

 

Firmeza o apaciguamiento

 

El expresidente Álvaro Uribe re reunió en Bogotá, privadamente, con algunos políticos venezolanos contrarios a Chávez. En ese encuentro les sugirió que reprobaran la reunión que tendrían en Caracas los presidentes de Colombia y de Venezuela mediante un manifiesto expresando que los principios democráticos no tenían precio y valían más que unos millones de dólares. La reunión fue “chuzada”, alguien no identificado, grabó las conversaciones que fueron luego publicadas como “prueba” de una conspiración de Uribe. ¡Quien dijo miedo! La izquierda al frente, y los santistas al apoyo, salieron al ataque del expresidente que tan duro golpeó a la guerrilla y ahora no comparte la estrategia oficial, lo compararon con Piedad Córdoba, quien, entre muchas actuaciones, ha hecho “continuos y reiterados llamamientos a los 'gobiernos de Latinoamérica' a romper relaciones con el Gobierno de Colombia, deslegitimar las instituciones y los procesos democráticos". El vicepresidente Garzón, para congraciarse con Santos (preparándose probablemente para su próxima intrusión si el salario mínimo no tiene su previa aprobación) atacó a Uribe: “así como nosotros no queremos que ningún país se entrometa en nuestros asuntos, nosotros también tenemos que no entrometernos en asuntos internos de otros países” y añadió que la política internacional “descansa” en cabeza del Presidente de la República. Jaime Dussán, del Polo, tildó a Uribe de conspirador y ser “una especie de terrorista verbal internacional”. Por si algunos no se habían dado cuenta, la intromisión en asuntos foráneos cabe en funcionarios extranjeros, no en particulares como Uribe. Inclusive los gobernantes que visitan otros países se entrevistan, allí, con miembros de la oposición y esto ha sucedido inclusive en Cuba y Myanmar donde estas reuniones han sido condición para las visitas. Santos debería hacer lo mismo cuando va a Venezuela. ¿No habría injerencia cuando Chávez dijo sobre Santos en vísperas de nuestras elecciones presidenciales en mayo 2010: “Este señor es un mafioso… De ganar Santos tendríamos que cerrar totalmente el comercio con Colombia”? ¿Dónde estaban entonces Angelino y Dussán?

Es obvio que Uribe y Santos tienen ideas diferentes sobre cómo tratar al socialismo del siglo XXI. El primero considera que debe adoptarse una actitud firme respecto a la tolerancia (por decir lo menos) de Chávez hacia la guerrilla y al chantaje económico. El segundo, que el apaciguamiento es más rentable. Hasta ahora ninguna de estas estrategias logró el desmantelamiento de campamentos guerrilleros, la entrega de Timochenko o Antonio García, ni siquiera de Julián Conrado preso allá hace cinco meses. Santos obtuvo repatriación de un par de guerrilleros menores, pago de mitad de la deuda y muchas promesas. Amanecerá y veremos. El venezolano ha logrado, principalmente, que se retire la demanda ante la OEA, proyectarse como un demócrata enemigo del terrorismo y del narcotráfico, algo muy conveniente en campaña electoral. Mientras tanto los colombianos tenemos derecho de criticar las políticas del Gobierno, pues no estamos en Cuba.