Banco de la República y empleo
En pasada nota, en este diario criticaba la política del Banco de la República y decía: “Este órgano entendió, con base en el artículo 373 de la nueva Constitución, que su misión única era velar “por el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de la moneda” y que para lograr este fin había que sacrificar todo lo demás” y puntualizaba que el artículo 371 (de la C.N.) dispone que el Banco de la República debe desarrollar su actividad “en coordinación con la política económica general”. Esto lo escribía, no recientemente, sino en mayo de 2002. Hoy, diez años después, el comentario tiene la misma validez y mayor actualidad. La Junta Directiva del Emisor insiste en que su única misión es contener la inflación, a pesar de lo que hacen otros bancos centrales, comenzando por la Reserva Federal que considera que su mandato incluye tanto la estabilidad de precios como el máximo empleo.
Se ha demostrado que el alza continua de las tasas de interés no conduce significativamente a una menor presión sobre los precios y por lo tanto no afecta la inflación, pero sí incide sobre la inversión, esta muy sensible al costo del dinero. Pero el incremento de la tasa de interés es estímulo para el influjo de capitales golondrina, en procura de rápidas ganancias financieras, que generan una presión al alza de la tasa de cambio. Coincidencialmente (¿?) esta alza se considera factor positivo para el descenso de los precios pues reduce el costo de las importaciones, pero disminuye la competitividad de los productos manufacturados colombianos, no solo en los mercados externos, sino, inclusive, dentro de la misma Colombia, y cuya producción requiere mayor número de trabajadores.
La enfermedad holandesa, la dependencia de unos pocos bienes extractivos en detrimento de los demás, ya no es una simple amenaza, ya nos afecta. Las cifras recientes de exportaciones indican que 70% de nuestras ventas al exterior son de la industria extractiva (petróleo, carbón, etc.) que genera escasos empleos.
El actual Gobierno, que trata de evitar las confrontaciones (lo que no ha logrado con los jueces), posiblemente no quiera dar abiertamente una batalla con el banco central. Sin embargo, el Ministro de Hacienda afirmó recientemente que “una sobrevaluación excesiva, por no actuar con suficiente decisión, (…) dos o tres años después desencadena una crisis cambiaria altamente costosa en empleo y bienestar”. Y mencionaba que “un número de países asiáticos y Perú han tenido éxito al acompañar esta estrategia antiinflacionaria de una gama de instrumentos para evitar períodos prolongados de divergencia de la tasa de cambio frente a su tendencia de mediano plazo”. Ojalá que la Junta Directiva del Banco de la República tome nota del pedido del Gobierno y este no tenga que citar a Joseph Stiglitz, para quien “la noción de un banco central independiente, no se puede defender más. No es aceptable desde un punto de vista democrático”.