¿Y de la democracia qué?
La Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena fue, internamente, un éxito mediático para nuestro Presidente, sin tener en cuenta el lastimoso espectáculo, a la entrada de una recepción, de unos niños haciendo de animalitos o el “baile folclórico” que más pareció un despliegue de taichí.
En el exterior poca notoriedad tuvo la Cumbre donde recibió más despliegue el vergonzoso incidente de los guardaespaldas de Obama. En cuanto a lo fundamental, creo que nadie esperaba un acuerdo. Sabíamos que ni los países de la Comunidad Británica iban a condenar a la Gran Bretaña, ni había unanimidad para proponer la legalización de la droga, ni habría acuerdo sobre la presencia de la Cuba antidemocrática en las cumbres. Los que dejaron creer lo contrario sólo querían destacar estos temas ante la opinión para tratar de hacer quedar mal a sus oponentes, en especial a los Estados Unidos: los gringos están contra los derechos de la Argentina, favorecen una política represiva contra las drogas que ha fracasado y niegan el “derecho” de Cuba a estar presente en una reunión de “todos” los países del continente. La principal conclusión que puede sacarse de la reunión es que hoy nuestro continente está severamente dividido. Unos por el sendero dictatorial, donde el Estado de Derecho es una frase vacía, los tribunales están al servicio del régimen y los derechos humanos y la libertad de expresión se reprimen cada día con mayor desfachatez. Otros, en el extremo opuesto, que defienden abiertamente los principios democráticos. En la mitad los que quieren sacar provecho de esta situación y tratan de estar bien con todos.
Tomemos el tema de Cuba. Si Cuba no estaba presente fue porque el resto de países americanos, incluyendo los que hoy piden su presencia, le negaron el acceso en la Cumbre de Quebec cuando decidieron que la democracia y el estado de derecho son “una condición esencial” para participar en las Cumbres. Hoy, muchos de estos países que excluyeron a los no democráticos, quieren renegar del anterior compromiso derogando la cláusula democrática implícitamente, aduciendo que no puede haber gobierno alguno excluido de los encuentros continentales. ¿Somos hoy menos demócratas? ¿Simplemente queremos quedar bien con Chávez, Correa y Ortega? Tal vez nuestro Presidente y mandatarios como Piñera y Humala no se dan cuenta de que legitimando a los autócratas están minando la democracia en nuestros países. Si lo que se quiere es que el continente no se divida, como se fraccionó en Cartagena, no traten de unirlo a costa de las libertades fundamentales, traten de unirlo defendiendo los derechos humanos. Si no se reprueba la forma en que los Castros manejan su país, ¿tendremos autoridad moral para criticar la propuesta de las Farc de convertirnos en otra Cuba o los abusos de Chávez y Correa? Si lo demócratas no defendemos nuestro sistema, no esperemos que los otros lo hagan.