LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 30 de Septiembre de 2011

El legado de Grecia

“La situación no da para esperar ‘un par de meses’”

EL  Gobierno anunció la creación de un frente unido con los diferentes sectores de la economía para estudiar los posibles efectos de una recesión mundial para lo cual se crearía un comité permanente y mesas de trabajo por sectores, que se reunirían “en un par de meses,” encargadas de hacer las recomendaciones pertinentes.

La crisis, que al principio pareció un problema reducido a Grecia, se extendió luego a Portugal e Irlanda, con la preocupación ampliándose ahora a España e Italia. Una vez más queda demostrado, y como lo saben por amarga experiencia muchos utilizadores de tarjetas de crédito, que no hay deuda que no tenga vencimiento y que los países no pueden montarse en esquemas Ponzi (pirámides) endeudándose indefinidamente para ir pagando cuotas vencidas. Los acreedores también deberían saber que no deben prestar sin asegurarse de que sus deudores tengan con qué pagar.

Las alternativas al problema, que ya ha producido sustanciales pérdidas en los mercados de valores, son pocas: a) Grecia se retira de la zona euro y vuelve al dracma, b) Alemania retorna al marco, c) La Unión Europea destina los fondos suficientes para evitar la moratoria de Grecia y eventualmente de los otros países mencionados e inspirar confianza en el mercado. En la primera alternativa, la moneda griega tendría que reconocer una enorme devaluación y el sistema financiero iría a la quiebra por un retiro masivo de depósitos bancarios y con deudas, en costosos euros, imposibles de cubrir. Se calcula que en esta eventualidad Grecia perdería el primer año un 40% de su PNB. La opción b) sería perjudicial para Alemania, contra lo que parecería. El marco sería una moneda revaluada llevando a la reducción de muchas exportaciones y exigiría una recapitalización bancaria por las pérdidas en valor de los activos en euros. Esto sin mencionar el costo político para Alemania por “destruir” la Unión Europea (no sólo el euro) con reminiscencias de preguerra. Queda entonces la tercera opción, salvar a los países deudores, en gran medida a expensas del contribuyente alemán, pero con un costo total menor al de las dos primeras alternativas.

En un mundo interdependiente, una crisis de la Unión Europea afectaría inmediatamente a los Estados Unidos, con activos sustanciales en el sistema financiero europeo, y al resto del mundo. Tan es así que ya Japón y China manifestaron su intención de colaborar en una solución. En caso de una crisis seria la actividad económica de los países industrializados se reduciría y consecuentemente sus importaciones, es decir, nuestras exportaciones. Ya el precio de las materias primas se ha reducido, los del petróleo y el carbón, tan importantes para nosotros, van en fuerte descenso.

Tiene razón nuestro Presidente en preocuparse por las consecuencias de una posible crisis económica mundial pero no creemos que la situación da para esperar “un par de meses,” a pesar del optimismo del Banco de la República.