Una avanzada tecnología de Inteligencia Artificial se había atrevido a decir que Francia sería el campeón de la Eurocopa y que Brasil sería el vencedor de la Copa América. Las mismas herramientas habían descartado a Colombia en fase cuartos de final. Cómo diría la parodia de La Luciérnaga: eso es lo bonito del fútbol.
El Big Data y la Inteligencia Artificial (IA) son dos frías y efectivas tecnologías. Por años, nos han vendido en este mini mundillo que son revolucionarias. Y sí, lo son. Pero quizá las hemos sobrestimado. Hace un mes, en este mismo espacio, compartimos que según una investigación grandilocuente de IA daba a Francia como campeón de la Euro, mientras que dejaban relegada a Italia como la séptima favorita.
A la vista los resultados. Mientras que Italia fue el flamante campeón, Francia apenas llegó a cuartos de final (y se prendió en tremenda crisis). Alegra un poco ese resultado. Alegra porque debemos dejar de ver las tecnologías como cosas inmaculadas. Las tecnologías, y esto no les gustará a muchos colegas, se equivocan. Y está bien. Eso tiene que hacer parte de los cálculos.
Lo de Francia terminó siendo escandaloso. Los que puedan vean la novela que hubo detrás durante la Euro, es divertida. Pero fíjense que, en todas esas proyecciones, cálculos y estadísticas que metieron en plataformas de Big Data o IA no había ninguna que predijera que los jugadores tendrían problemas por las declaraciones de los padres fuera de la cancha.
Miren un ejemplo cercano. Buena parte de las definiciones tanto en la Eurocopa como en la Copa América se dieron por penales. Y les puedo asegurar que todas las selecciones, todas, tenían un software para anticipar quiénes debían cobrar, hacía qué lado se tiraban los arqueros, hacía qué lado pateaban los cobradores. Todo lo tenían medido. Todo. Se los garantizo.
Pero ninguna aplicación, ni la más potente y robusta podía predecir lo que hizo el arquero de Argentina y la reacción de los cobradores colombianos, por ejemplo. Ninguna plataforma podía predecir que el entrenador de Inglaterra pondría a un joven de 19 años a cobrar su primer penal como profesional en la final de una competencia continental. ¿Quién puede explicar cosas así? Por lo menos, la tecnología por más que avance, no.
El famoso factor humano, hermano. El factor humano. Ese que pone a Giorgio Chielini con 36 años como campeón y en el Olimpo y a Lionel Messi con el sueño cumplido. Ese factor humano que es el que al final toma las decisiones. Ese factor humano que hace que el fútbol siga siendo un deporte humano, masivo, desordenado y sobre todo impredecible.
Tecnologías como Big Data o la Inteligencia Artificial son generosas. Permiten tomar mejores decisiones a las organizaciones. Al final, son un recurso. Una herramienta. Pero no son infalibles. Y está bien. Nada lo es. El factor humano es lo que hace que esa locura de ‘las máquinas nos van a dominar algún día’ siga siendo una tonta quimera.