¿Qué devela la pandemia?, ¿Qué enseñanzas le deja a la humanidad el momento por el que pasa? Esta ha expuesto la verdadera cara de la humanidad, mostrándonos que este planeta movido por la economía de mercado, no ha levantado la solidaridad entre los pueblos.
Quedó en evidencia, los países fuertes han estado más preocupados por su carrera armamentista, invertir en bombas y misiles, que en fortalecer sus sistemas de salubridad, los cuales han sido endosados a los sectores privados, para que los hagan autosostenibles. La pandemia los sorprendió sin contar con los adecuados recursos para aprovisionar al personal de salud que debería enfrentar la pandemia, convirtiéndolos en “carne de cañón” en esta lucha.
Cada país gestiona su pandemia de forma independiente, no hay coordinación. Esperemos que surja un espíritu y una conciencia unitarios. Nunca las razones financieras pueden estar sobre las humanas. Quedó develado que no hay una política internacional de cooperación. La sanidad debe ser pública, universal e integrada entre naciones.
El desarrollo económico del capitalismo ha desatado los grandes problemas que afectan al planeta, entre otros el deterioro de la biosfera; irónico que para que la tierra pudiera tomar un aire y sus especies no humanas un respiro, haya sido necesario confinar a su gran depredador: el ser humano. Habrá que meditar sobre el papel de la raza en la destrucción del planeta. Nunca como ahora habían quedado expuestas las causas del deterioro ambiental de la tierra.
En lo político se observa una crisis general de la democracia, el aumento de desigualdades e injusticias, nuevos autoritarismos demagógicos aparecen en el concierto de las naciones, líderes adoptan decisiones irresponsables en el manejo de la pandemia, que no solamente afectan a sus países, sino que ponen en peligro a toda la humanidad.
Las desigualdades sociales se han hecho patentes, así como la falta de humanidad de algunos gobernantes. Los más afectados siempre son los más vulnerables; gentes de la calle, inmigrantes, poblaciones marginales y carcelarias, los ancianos, etc.
Las medidas de aislamiento nos obligan a quedarnos en casa y a estimular el sentimiento de unidad y fraternidad; pero también aparece la otra cara, el encierro y la angustia; el ataque al infractor, el rechazo a los sanitarios, a los inmigrantes venezolanos y los habitantes de la calle. Trabajadores esclavizados por sus patronos, tráfico de niñas wayú, etc.
Se rescata un gran esfuerzo hacia un bien común universal, que cruza fronteras, idiomas y razas; brigadas médicas internacionales, circulación de suministros de salud entre las naciones, donaciones internacionales, fundaciones activas pensando en la humanidad. La pandemia ha activado un trabajo colectivo y ha unificado a las personas y a la comunidad científica. Tanta muerte hace pensar en el valor de la vida, las personas y los pueblos tienen que emerger más solidarias, más compasivas ante esta crisis. Hay razones para no perder la esperanza. Habrá servido el sacrificio de estos días confinados, como señala Morin, si sabemos reencontrar los reales valores de la vida, el amor, la amistad, la fraternidad y la solidaridad. Valores esenciales que conocemos desde siempre y que desde siempre terminamos por olvidar.