La Justicia enferma
Epígrafe
“Más que la civilización, la justicia es la necesidad del pueblo”
Pietro Colletta
Aspiro este año a graduarme de abogada y por esa razón estoy muy pendiente de lo que ocurre en la rama y lo que me espera en el ejercicio profesional.
El Estado no ha querido, no ha tenido la voluntad política, de tener a la Justicia en el estado preponderante en el que debería estar, por ser una de las ramas del Poder Público.
No es el hecho de llevarle, como hace poco lo hizo el presidente Santos, dos billones a las altas Cortes para carros e instalaciones, ni darles palmaditas, ni almuerzos, la Rama Jurisdiccional necesita soluciones de fondo.
Los invito a visitar los despachos judiciales en todo el país, para que les dé vergüenza de cómo están laborando los jueces y sus funcionarios, en asquerosos edificios, llenos de humedades, sin elementos necesarios, sin ascensores, sin baños, sin servicios médicos de urgencias, hay muchos enfermos de estrés y otros enloqueciendo por la presión, el cúmulo de procesos, tutelas que hay que resolver en horas y sin alicientes más que su voluntad de servicio.
A esto se suma la desigualdad salarial, hay abismos enormes entre los magistrados y los jueces, a quienes hace muchos años no se les nivelan sus salarios.
De manera que, con un déficit enorme de jueces en propiedad, no de descongestión, jamás podremos tener en nuestro país una cumplida justicia. Seguirían siendo suficientes dos procesos ordinarios en el ejercicio profesional de los abogados, porque duran 15 años cada uno.
Me preocupa que se hable en los medios de que en las altas Cortes hay bandos que se pelean a mordiscos por los puestos, luchando internamente por el control de la Procuraduría, de la Fiscalía y del Consejo Superior de la Judicatura, por sus aumentos de períodos y por el nombramiento de sus reemplazos, clientelismo total.
Colombia posee un galardón que nos sonroja, estamos en los últimos lugares en los índices mundiales de eficacia y credibilidad de nuestra Justicia, lo que acentúa el mal concepto de los ciudadanos en sus jueces, desprestigiando así a la Justicia y renunciando a la posibilidad de que conjuntamente con Gobierno y Congreso se busque esa solución de fondo a la Rama.