El Papa Francisco, francamente, en reunión celebrada con los noventa y ocho nuncios activos, en la cual participaron también cuarenta y cinco jubilados, pidió no hacerle críticas a sus espaldas, abstenerse de comentarios inoportunos, advirtió que dichos cargos son incompatibles con quejas contra la curia romana, reiteró que la diplomacia vaticana debe seguir sus instrucciones.
El pontífice dijo en público muchas cosas, aludió a obligaciones de sus embajadores acreditados ante los gobiernos y organismos internacionales, su advertencia reviste trascendencia, en ocasiones ellos comentan equivocadamente con colegas o políticos sucesos, agregan opiniones personales mal interpretadas posteriormente. La diplomacia vaticana ha sido pieza clave en históricos acuerdos en diferentes lugares, la distención entre Estados y Cuba, la caída del muro de Berlín, la democratización de la Europa del Este, su actitud frente al conflicto palestino-israelí, en la guerra centroafricana, en el proceso de paz colombiano, en la defensa de los derechos humanos, son hechos imposibles de desconocer, no es acertado debilitarla.
El ejercicio de la diplomacia implica moderación, es profesión cuyo objetivo vela por los intereses del Estado en referencia a otro Estado u organismo, se trata de labor delicada, si falla las implicaciones son enormes, algunos afirman que la guerra es el fracaso de la diplomacia, atribuyen a los funcionarios diplomáticos dedicar su tiempo a concurrir a fiestas y gozar de privilegios, lo cual es inexacto.
En la Iglesia Católica existen sectores discrepantes con el Papa, no es la primera vez que ocurre ni será la última, en el pasado verano el arzobispo Vegano, Nuncio en Washington del 2011 al 2016, por ejemplo, escribió una carta en la cual acusaba al Papa de encubrir los abusos del cardenal Theodor McCormick, aseveración injusta cuando el santo padre libra valiente campaña por investigar y sancionar a los pedófilos, empeño encomiable, este episodio lo tiene en mente.
La importancia de la práctica diplomática radica en la versatilidad de las funciones desempeñadas en torno a la generación de información fidedigna, disminución de fricciones, fomento de las relaciones internacionales. La concordia y la paz, en la era tecnológica, dependen en buena medida de la diplomacia, eso lo entienden los gobiernos del planeta, también la Santa Sede que cuenta con personal idóneo para el ejercicio de la actividad, reconocido en forma amplia por el pontífice a pesar de la reprimenda, los señalamientos poseen vigor, su expresión tiende a evitar errores, el Papa Francisco habla claro, hace gala de las condiciones de líder espiritual, de estadista interesado en contribuir a enaltecer la dignidad humana, en la conquista de sociedades más justas e igualitarias, en impedir la violencia y acercar a los pueblos.