Actualmente, China tiene 500 robots industriales por cada 10.000 empleados. Los líderes en este campo son Corea del Sur y Singapur que ya tiene 1.000 robots industriales por cada 10.000 empleados. La revolución de las máquinas ya está entre nosotros.
Catalogar a las películas de ciencia ficción como futuristas, ya no es posible. La realidad es que las nuevas tecnologías se convirtieron en una convivencia más que realidad. Todo se aceleró con la pandemia de 2020. Lo que parecía lejano, hoy es tradicional y un buen ejemplo de esto son los robots.
Tenemos una percepción un poco errada de la robótica. Quizá influenciada, de nuevo, por las películas. Consideramos que existirán robots esbeltos muy humanizados que harán trabajos “hogareños” y nos remplazarán como si fuéramos jugadores de fútbol. La realidad es un poco menos romántica.
Los robots industriales son largas palancas o cubos gigantes que tienen la capacidad de construir milimétricamente diferentes piezas o pequeños repuestos para otras máquinas. Basta con programar de manera correcta las funciones de ese brazo inerte con cables para que se puedan construir centenares de carros sin fallas de producción.
Ahora, lo que tenemos tener en cuenta, y que debería ser motivo de preocupación, es la inevitable combinación entre la robótica industrial y la inteligencia artificial. Las máquinas, insisto no las humanizadas sino las industriales, serán cada vez más inteligentes y lograrán procesos de manufactura cada vez más complejos. Por poner un ejemplo: podrán cerrar empaques pequeños o cocer ropa de forma mucho más rápida o precisa.
Un informe de McKinsey indica que para el 2030 alrededor del 70% de las empresas habrán abrazado la revolución de la inteligencia artificial (IA) y adoptado al menos un tipo de tecnología; además, en cuanto a la producción en masa, según la Federación Internacional de Robótica (IFR), en 2022 se instalaron 553.000 robots industriales en todo el mundo, lo que representa una cifra récord.
Por supuesto, desde esta tribuna no vamos a cuestionar la inevitable evolución. Todos los protagonistas del ecosistema digital saben que más temprano que tarde habrá una colisión entre los empleos que pueden lograr los seres humanos y los que ya están haciendo los robots. El tema, si me preguntan, es más cultural y regulatorio.
Los países industrializados (de verdad industrializados) como China, Alemania o Corea del Sur tienen mucha ventaja en esta tendencia. Pero los países en vías de desarrollo no tardarán en recoger estas experiencias y cambiar progresivamente la mano de obra humana por la robótica. Es parte de la inevitable evolución. No se puede pelear contra algo que ya ocurre.
La pregunta del millón es ¿qué harán los Estados para regular algo tan veloz e impactante para la humanidad? Tenemos la capacidad de construir y desarrollar tecnologías, pero no hemos sido capaces de crear marcos regulatorios que equilibren o que por lo menos evalúen los impactos de la robótica industrial. Se vienen años de cambios veloces, complejos y sobre todo emocionantes.