El caso Merlano se convierte cada vez más, en un juego niños, en el que seremos los perdedores.
La de “la moto”, se sale una vez más con las suyas, mientras el gobierno y sus “asesores”, tratan de aprovechar, el hecho como un “trofeo” contra Maduro.
La Merlano se burló del Inpec, de nuestra seguridad, de la cancillería, de los clanes políticos barranquilleros, de todos nosotros. Perfeccionó en una silla odontológica la mejor de sus sonrisas. Envió luego a su atractiva hija, una “ingenua niña” de portada de Soho, a ampliar su farsa, con cuchufleta carcajada.
La historia de amor y dolor alcanzó a arrancar lágrimas a los ingenuos, y satisfacción a los corruptos que se arroparon con esa cobija para escapar a un castigo por sus fechorías electorales.
Brotaron a lo largo y ancho de este mundo las operaciones de nuestra policía que junto con la Interpol, desplegaron tras Aída, sus temibles “circulares rojas”.
Misteriosamente en una húmeda madrugada, la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de Maduro, llegó sigilosamente hasta El Milagro, un exclusivo sitio residencial de Maracaibo, en donde plácidamente dormía a pierna suelta con su amante, la prófuga de la justicia colombiana. Ahí terminó la primera parte de la fuga de Aída Merlano, quien al parecer descansó del asedio, aislamiento y sitio en que vivía. Venezuela era el lugar adecuado, el más seguro, porque le daba otro estatus y otra figuración. Nada mejor que un enclave con dos presidentes a los que pudiera ofrecer valiosa información para chantajear o agraciar. Aída tiene en su poder secretos que sirven para absolver o condenar a adversarios.
Esta puja la ganó Maduro. Aída es de su propiedad. Sabe lo que Nicolás no sabe. Es dueña de muchas confidencias que pueden cambiar el rumbo de la política costeña.
Por ahora, Duque quiere reclamársela a Guaidó, pero ella le pertenece a Maduro. Guidó, solo se enteró por la prensa que Aída estaba “detenida” en su interino país.
Como Colombia se la reclama a quien no la tiene, vendrán muchas mascaradas y comparsas, matizadas de murmullos, fake news, trolas y ficciones que aprovecharán Guaidó, Duque y Maduro. Será un remedo de guerra fría con insultos y amenazas.
La Merlano, sin cordel ni rappimoto, será la reina del cuento y la protagonista de una disputa entre dos gobernantes que solo buscan las extremas políticas.
Lo cierto es que Maduro utilizará a Aída como estandarte para mostrarnos la lengua cada que necesite sacarse los clavos que lo atormentan.
Si hay que reclamar a Aída, hay que pedir la extradición a quien la tiene. ¡Guaidó, no es la vía! No volvamos a equivocarnos, no hagamos más el oso internacional. Duque patina con los asesores que hoy le hablan al oído. ¡Nos están sacando la lengua!
BLANCO: La mano que nos dan los colombianos del exterior con las remesas.