Venezuela tiene dos mil generales efectivos, más que la suma de los generales que tiene la OTAN. Colombia tiene diez veces menos. El régimen chavista ha dado el manejo de sectores claves de la economía a varios de esos generales. Se han enriquecido. Pedirles hoy que hagan valer la voluntad popular expresada en elecciones democráticas es, me parece, algo utópico.
Maduro hizo lo que se suponía que iba a hacer. Exceptuando, quizás, a los más ilusos en los que se incluye a su desolada oposición.
Ojalá fuera tan fácil decir que eso es una tiranía de la izquierda. Lo cierto es que la internacional socialista expulsó al chavismo hace rato de esa congregación. Maduro ha amenazado con “un baño de sangre” a la oposición. Es un tirano a secas. La mayoría de los países suramericanos se han pronunciado ante el atropello. Y varios han retirado a sus embajadores de Caracas. Entre ellos varios calificados de izquierdistas.
En Colombia que aloja a casi 3 millones de desterrados venezolanos, no hay simpatía por ese régimen hablando en términos generales. Hay consciencia de que Venezuela tenía el siglo pasado ingresos mayores a las de las naciones vecinas, ahora ha perdido la carrera con casi todas ellas. Chávez destruyó más de 300mil empresas. Los burócratas que pasaron a gerenciarlas fracasaron. No es solo un retroceso económico pasajero, es una estructura férrea de expoliación sobre su pueblo, y que confiando en la abismal ignorancia de su cauda política quiso presentar como fórmula de salvación nacional. Pero el sesgo, el estilo, la índole, repito, es de estirpe militar, autoritario.
Para ellos las elecciones son una fachada, como lo pueden ser en Rusia, en Cuba o en Nicaragua. Cierto es que en la franja lunática de la política de algunos países vecinos puede haber simpatía por esa aberración, pero es una ínfima minoría. Y cierto es también que un expresidente colombiano, Ernesto Samper, conocido en nuestro medio como el elefante fue a apoyar a Maduro en su fechoría. Él no nos representa.
Digo esto sobre todo para mis amigos venezolanos que me leen.
Samper ganó unas elecciones con el ingreso masivo de dineros del narcotráfico. Cuando ya fue inocultable la fechoría, dijo que había entrado a sus espaldas. Luego se hizo juzgar por el Congreso en donde tenía una cómoda mayoría. Fue absuelto o perdonado más bien, por suficientes congresistas que habían llegado con esos mismos dineros al poder. Se le conoce como el elefante no tanto por su corpulencia que algún humorista apodó “bojote”, sino por cuanto el Cardenal primado de Colombia resaltando ese rasgo moral suyo dijo que era tan improbable que él no se diera cuenta de la procedencia del dinero mal habido, como sería que un elefante entrara a una casa sin que nadie lo notase. Ese gobierno acabó la cátedra de historia en los colegios. Ambientación propicia para la subcultura narco. Desde entonces el partido liberal ha perdido su opción de gobernar.