María Clara Ospina | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Agosto de 2015

HILANDO FINO

Jóvenes bellas e insensatas

Esta  columna va dirigida a esas hermosas jóvenes que creen que su juventud y su belleza las hacen inmunes a cualquier riesgo, aun el de ser asesinadas. A quienes creen que ser la querida de un narco es ganarse la lotería; llenarse de dinero,  viajes y  lujos. Que conquistar un mafioso es “lo máximo”. Que jamás serán descartadas sin contemplación.

Ojo, abran bien los ojos, tener amores con narcos, mafiosos o sicarios, es como meterse en la boca del lobo. Terminarán masticadas y escupidas como carne de segunda. Miren lo que les ha pasado a otras, tan lindas, jóvenes y ambiciosas como ustedes. ¿Cuántas han sido asesinadas, desfiguradas, o están en la cárcel?

En Cali cada nada aparece el cuerpo de una modelo, abandonado con señales de tortura.  El último fue el de la modelo Diana Rincón, quien andaba muy orgullosa por ser la compañera del “Lobo”, quien pasa por ser uno de los más crueles y vengativos narcotraficantes del Valle.

Esto ocurre no solo en  Cali, sino en todo el país. Hermosas mujeres se juegan la vida relacionándose con narcotraficantes que fácilmente las conquistan con su riqueza y, luego, las utilizan para hacer por ellos el trabajo sucio. El anzuelo es grande, el dinero, el lujo embriagador y las promesas de amor eterno.

 Lo que estas jóvenes no saben, o no quieren saber, es que la atención de un narco puede costarles la vida o quizá una condena a prisión, que puede llegar a ser cadena perpetua, en algún lugar donde difícilmente sus familiares las podrán visitar y donde, por la carencia del idioma local y por su condición de extranjeras, la pasarán muy mal.

Ahí tenemos el más reciente caso, el de Juliana López, exmodelo y jugadora de futbol, capturada en China hace unos días, con 50 gramos de cocaína y hoy esperando ser juzgada en un país que no perdona el narcotráfico, donde la mínima sanción es cadena perpetua, si logra escapar a la sentencia de muerte.

Desde los años setenta, cuando se intensificó el narcotráfico y aparecieron los primeros capos, son tantos los casos ocurridos de reinitas y modelos enamoradas de mafiosos, que son imposibles de contar. En un país donde hay tantos reinados y capos como pueblos, la mezcla entre “la bella y la bestia” ha sido una constante.

Bien conocido ha sido el patrocinio de los narcotraficantes a los reinados de belleza, aun al nacional. No pocas reinas, modelos o presentadoras de televisión terminaron de amantes o esposas de mafiosos. Algunos casos tan destacados como el de la presentadora Virginia Vallejo y Pablo Escobar, que ha dado para varios libros. O el de la exreina Sandra Murcia, casada con el narco Don Efra, (Efraín Hernández), quien fue apresada en el aeropuerto de París en 1996 con 5,5  kilos de cocaína.

Es increíble que esto siga ocurriendo. Muchas, aún, se dejan convencer por el falso oro del narcotráfico. Esta columna es para ellas, sus familias y sus amigos que ven cómo, por inmadurez o insensatez, estas bellas jóvenes destruyen sus vidas. Ojalá, esta columna le abra los ojos por lo menos a una. Entonces habrá valido la pena.