Mario González Vargas | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Julio de 2015

 

“Las Farc han agotado la paciencia ciudadana”

POCOS RESULTADOS

La paz agoniza

 

NO  sorprenden los malos resultados que registra la gestión del Presidente en la última encuesta de Gallup. A ello seguramente han contribuido los pocos resultados que presenta la acción del Gobierno en distintos frentes de la vida nacional, a los que se suma la inercia que acompaña al ejecutivo en el manejo del diferendo con Venezuela. Todo ello ha generado una percepción de desgobierno, y aun de debilidad del Presidente, para enfrentar los retos que lo agobian.

Y ese sentimiento se acentúa con el errático manejo del proceso de paz, sometido hoy a la acción permanente de un terrorismo desenfrenado de las Farc, sin respuestas coherentes del Presidente y su nuevo ministro de Defensa. A la política de concesiones unilaterales en la negociación, sucede una desconexión aterradora frente a los actos terroristas, que se traduce en una advocación del Presidente y varios de sus ministros al posconflicto, cuando no en un ofrecimiento de garantías a los terroristas, como si no viviéramos en medio de atentados contra la población civil y asesinatos de soldados y policías indefensos. El Gobierno ha sido incapaz de generar unos hechos políticos que le recuperen la confianza ciudadana.

Urge un cambio de rumbo, que convoque el apoyo de la opinión nacional, para enderezar un proceso de paz en el que ya pocos creen. El esquema de la negociación en medio de la guerra implica una dinámica perversa que subordina el poder en la mesa a los éxitos en el campo de batalla, o en el teatro del terrorismo. Ese escenario y la estrategia condescendiente del Gobierno están agotados. Se han desvalorizado por su propio peso.

Se impone un alto en el camino para reformular una estrategia que permita generar una nueva aproximación a la paz, más consistente frente a la contraparte y convocante de la mayoría de los sectores de la vida nacional. Lo primero, sería una suspensión de la negociación mientras perdure la insensata agresión a la población civil y a los recursos naturales del país. Lo segundo, alcanzar un acuerdo político interno sobre unos mínimos que hagan sostenible un acuerdo de paz, que incluya respetar la normatividad internacional y nacional sobre solución de conflictos en una democracia. Lo tercero, fijar un límite en el tiempo a la negociación que estimule la voluntad de paz de las partes.

Hoy, quién lo creyera, más colombianos prefieren la salida militar para la confrontación que hace 5 años. El terrorismo no es sostenible y las Farc han agotado la paciencia ciudadana. Insistir en el esquema y estrategia actuales equivale a prolongar la agonía de la paz.