MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Octubre de 2011

 

¿Informe de tierras de ONU: hay razones para la esperanza?
No  pocas veces el tema de la tenencia de la tierra ha cobrado vigencia en nuestra sociedad. Creería que el mismo ha permanecido indemne a lo largo de unos 60 ó 70 años, pese a esfuerzos de reforma liderados por gobernantes, campesinos, empresarios, organizaciones civiles e, incluso, por la misma comunidad internacional, procurando abordar fórmulas de transformación profunda de la estructura agraria en Colombia. Pero han sido tantos los intentos como larga la historia de sus fracasos.
 
Desde la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo hasta ahora, todas las políticas agrarias se han caracterizado por un denominador común: han reflejado y reproducido la configuración histórica de nuestra sociedad. Se han mantenido y privilegiado las estructuras sociales desiguales y los modelos de desarrollo aplicados no han priorizado el verdadero impulso productivo que integre a todos los departamentos a un sistema económico competitivo que aproveche las ventajas de recursos naturales de cada región y brinde oportunidades de trabajo sostenible a sus habitantes.
 
Hemos carecido de una visión de largo plazo que garantice que los derroteros por los cuales se conduzca nuestro sector rural solucionen de una vez por todas las asimetrías existentes, que han abierto espacio durante décadas a nuestro conflicto. De allí que veamos con esperanza la formulación prioritaria de la agricultura en el Plan del Gobierno Nacional, que a la vez que permita enfrentar las problemáticas de la tierra, permita identificar los ámbitos de actuación y responsabilidades públicas y privadas y fortalecer la débil institucionalidad rural.
 
El recién presentado Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas indica 5 puntos alrededor de los cuales se categorizaron las complejas dificultades para que el país acceda a una transformación productiva que contribuya a su desarrollo e inserción en el mundo globalizado; procure la modernización del sistema político y la economía rural y contribuya a la solución del conflicto armado, transformando el modelo rural por uno incluyente, democrático y enfocado al mejoramiento equilibrado de la calidad de vida de todos los colombianos.
 
Los problemas en la tenencia de la tierra por virtud de la alta informalidad en los derechos de propiedad; el uso desigual del territorio; el despojo; el abandono; la permanencia sistemática de las elites del poder en las regiones y la concentración de la propiedad de predios en pocas manos, aparecen señalados como fuente del atraso y del conflicto en Colombia, reproduciendo un círculo vicioso de desplazamiento forzado y hacinamiento de poblaciones vulnerables en grandes urbes.
 
El informe aporta críticas valiosas e información suficiente al Gobierno Santos en un momento excepcional en el que sus esfuerzos se encuentran orientados al objetivo de establecer una política de Estado capaz de modificar vetustas estructuras de tenencia de la tierra y sus conexidades con la pobreza, así como dar cumplida aplicación a la Ley de Victimas y Restitución de Tierras.
 
Esperamos que la presentación de un proyecto de ley integral sobre tierra y desarrollo rural sea cuestión de pocos días, e incluya los elementos necesarios para avanzar hacia un crecimiento enfocado en la sostenibilidad ambiental, la productividad, el progreso de las zonas más pobres, el logro de unas condiciones de vida digna y de satisfacción progresiva de las necesidades básicas para los habitantes rurales.
Lo que se ha denominado por el presidente Santos como la ruralidad socialmente competente, ya está en la agenda pública y jugará un papel protagónico en el crecimiento económico y la inserción plena de Colombia como una Nación pacifica en el mundo global.
Vamos por más y tendremos razones para la esperanza, si la hoja de ruta delineada pone en marcha el vagón del progreso que garantice desarrollo incluyente y sostenible en el campo y acabe con las circunstancias que han permitido a la ilegalidad y el terrorismo asentarse en el campo y en nuestra sociedad, ahogando hasta hoy oportunidades para nuestro bienestar, paz y convivencia.