MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Abril de 2012

El nuevo Estatuto del Consumidor

 

El  célebre discurso pronunciado por John F. Kennedy como Presidente de Estados Unidos ante su Congreso el 15 de marzo de 1962, sobre la protección de los intereses de los consumidores, logró activar años más tarde un movimiento mundial que, a la postre, derivó en el reconocimiento por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas del Día Mundial de los Derechos del Consumidor el 15 de marzo de cada año.

No sólo aquella declaración de intenciones permitió la definición de los derechos de los consumidores como primordiales, tratándose de las garantías a la seguridad, a estar informados, a elegir y poder reclamar, sino que abrió paso al desarrollo e implementación de políticas públicas para su protección, señalando al mundo el camino a seguir. Por primera vez se consideró al consumidor como eje cardinal de las dinámicas productivas y como sujeto activo y político, con deberes pero también con derechos.

Actualmente no hay duda de la conciencia de los Estados por consolidar cada vez con mayor orientación de protección, promoción y garantía de efectividad, los derechos de los consumidores y el respeto a su dignidad y a sus intereses económicos. Colombia, por supuesto, no es la excepción.

Nuestra Constitución Política ordena la existencia de un campo de protección a favor del consumidor, para restablecer su igualdad frente a los productores y distribuidores, particularmente por la asimetría real en la que se desenvuelve la persona que acude al mercado para satisfacer sus necesidades. Con todo, son la ley y los reglamentos quienes delimitan los supuestos concretos de protección, esto significa, en la práctica, las circunstancias reales y el nivel y alcance de garantías ofrecidas al consumidor.

La recién expedida Ley 1480 de 2011, o Estatuto del Consumidor, que entrará en vigencia hoy, se presenta como una disposición innovadora y a tono con el concierto internacional. No se regularon, simplemente, los derechos y obligaciones entre los productores, los proveedores y los consumidores, ya que también se incorporó la responsabilidad que tienen los dos primeros frente al último, ahora con plena protección frente al riesgo para su salud y seguridad, además de la garantía de información adecuada para elegir el consumo de bienes y servicios de manera libre y fundamentada.

Cabe advertir los retos que en la actualidad debe enfrentar dicho Estatuto. En primer lugar es indudable que deberá ajustarse a los tratados de libre comercio suscritos y a aquellos que se negociarán en lo sucesivo, en tanto habrá condiciones de acceso a distintos mercados con múltiples medidas que beneficiarán a los exportadores y que se reflejarán, respecto de los consumidores, por una mayor oferta de productos, de bienes y servicios.

En segundo término permitir un acceso a los mercados financieros de forma estable, justa y competitiva. Deben delinearse sólidas directrices a favor del consumidor en el área financiera, aún más en épocas de crisis, pues es bien sabido que las cláusulas abusivas en los contratos de adhesión, el alto costo de transferencias de dinero de un país a otro, la falta de información y la poca claridad de los productos que ofrecen los bancos son, entre otros, los principales temas que censuran los consumidores y usuarios de servicios financieros en todo el mundo. Esto último, sin mencionar, tal y como lo dejó expuesto el más reciente informe del Banco Mundial, que los bancos de la región exhiben entre sus debilidades la de cobrar altas tasas por prestar poco, elevar exageradamente el valor de sus servicios, financiar el consumo individual sobre la producción industrial y dificultar el reconocimiento de préstamos hipotecarios.

Estas demandas fueron el tema central de las actividades que realizaron miembros de Consumers International a propósito del Día Mundial de los Derechos del Consumidor bajo la consigna “Nuestro dinero, nuestros derechos: campaña por el derecho a elegir en los servicios financieros”.

Parafraseando el mensaje expresado por J.F. Kennedy, la definición de un consumidor implica incluirnos a todos en ella. Representamos el grupo económico más grande en el mercado, que igualmente resulta afectado positiva o negativamente por las decisiones económicas públicas y privadas, y que en muchas ocasiones no es escuchado. Esperemos a ver cómo se comporta el nuevo Estatuto.