El coronavirus es una zoonosis, es decir es un virus patógeno que fue trasmitido por animales. Según estudios iniciales pudo provenir de los murciélagos o de pangolines, animales que con mucha facilidad se encuentran en los mercados chinos. No es la primera vez que como raza dominante nos ocurre una tragedia similar, no lejos está la epidemia de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) de 2003 también originado por murciélagos y responsable de la muerte de un poco más de ocho millones de personas. No aprendemos la lección, seguimos abusando de la vida silvestre, muy a pesar de haber acabado con cerca del 60% de ella en los últimos cincuenta años, insistimos en llevarla a límites desesperados.
Los seres humanos nos hemos dedicado a construir muros de desconfianza entre nosotros mismos; no contentos con poner fronteras políticas, sembramos desconfianza de manera tan frecuente que difícilmente podemos ver espacios de tiempo en la historia reciente donde algún lugar de mundo no tenga que estar afrontando algún conflicto armado, en el centro del mismo los más oscuros intereses arropados por refinadísimos discursos que van desde la defensa de la democracia hasta la independencia, dejando de paso una estela de muerte, pobreza, miseria y destrucción medioambiental de la cual hasta hace poco a muy pocos les interesaba, por supuesto las víctimas animales sí que eran irrelevantes.
Los animales siempre han estado involucrados en los conflictos, se les han asignado infinidad de roles, han sido apoyo logístico, también armas que han dado ventaja militar, no por nada aún las fuerzas militares conservan en su lista de armas especializadas la de Caballería aunque ya no existan los caballeros. Claro está, una pandemia es un conflicto con la naturaleza y sí su origen es zoonótico en algún momento tiende a llevar los ánimos a niveles bastante irreflexivos, al punto de querer tomar distancia no solo con las especies que la originan sino con cualquier animal, incluso a aquellos que nos brindan compañía.
Los perros, gatos y cualquier otra mascota no son los causantes ni los portadores del coronavirus, en estos momentos ellos merecen un trato considerado y toda la protección para evitar que sirvan de medio de trasmisión, como lo sería cualquier objeto o superficie donde tosamos o estornudemos. S hace necesario tomar las medidas sanitarias recomendadas, disminuir considerablemente el contacto y luego de hacerlo bañarnos bien las manos; si tenemos gripa o resfriado adoptemos todas las medidas de protección. Tosamos y estornudemos con todas las medidas de precaución para evitar que las gotículas caigan sobre nuestras mascotas y puedan entrar en contacto con otras mascotas y sus amos.
Algunas recomendaciones adicionales son sacar la mascota a pasear sólo lo estrictamente necesario para que hagan sus necesidades fisiológicas, garanticemos que no tengan contacto con otros animales y personas, tratemos de sacarlos en los momentos menos concurridos, de ser preciso establezcamos acuerdos con nuestros vecinos para garantizar salidas seguras. Lo más importante es saber que perros y gatos no son portadores del coronavirus, no los abandonemos, ellos no son una amenaza. La amenaza real es la desinformación y no actuar con la precaución recomendada.
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