Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Febrero de 2015

PALABROTAS

Shit

Las   groserías nacen en cuna noble, surgen en el ápice de la pirámide social y descienden. Al inicio son una delicadeza, un eufemismo, pero al hacerse de uso común ya no son de buen recibo en el lugar  donde nacieron. Se las considera “plebes”.  Shit, lejos de serlo, tiene cuna legal, sale del argot jurídico tal como fuck. Es un acróstico que viene de “ship high on transit”, advertencia aduanera que se hacía a los barcos que transportaban fertilizantes para que no los dejaran en la bodega. Si los ponían allí emanaban gases, los marinos bajaban con teas encendidas y el barco volaba a la M…

 Fuck es otro acróstico. Los puritanos ingleses ponían a los transgresores sexuales, usualmente mujeres la verdad, en cepos de madera y encima describían así la transgresión “From Unlawful Carnal Knowledge”. Que traduciría “por comercio sexual ilegal”. Y con esa sanción legal los leales súbditos  británicos dieron así otro nombre a su verbo preferido.

El H.P. viene del italiano, significaba hijo de señorita. Un claro eufemismo. Y en realidad es una valiosa pista para ver el rasgo aristocrático de los insultos acerca del origen de procedencia, en los diversos idiomas. Pues decirle a alguien H.P. es por cierto quitarle toda responsabilidad por ser anterior a su nacimiento. Si en efecto ese insulto fuese un hecho factual, resaltaría la callosidad social del insultador. Y se notaría de nuevo como lo que Juan dice de Pedro dice más de Juan que de Pedro.

En la sociedad occidental moderna, posterior al uso masivo de la píldora anticonceptiva y a los derechos femeninos, las alusiones al origen y por tanto a la sexualidad femenina materna suenan anacrónicos. Los progresistas norteamericanos han tratado de salvar esa contundente objeción a la hachepetiada, y han inventado el sorprendente giro de “selfmade bastard”. Pero igual que las otras palabrotas, nació con ingenio pero se convirtió en enlatado.

 A partir del mapa humano del ADN las genealogías con sus vanidades se ven con otros ojos. Y la genealogía si es suficientemente extensa deriva en darwinismo…

La grosería al parecer nace por lo regular en sectores ociosos y no, por ejemplo, entre los guerreros. Los vikingos  eran corteses al hablar, así como los guerreros japoneses. Practicaban el diálogo como un arte. En el ritual de la conversación procuraban descubrir con palabras y silencios, si el interlocutor de hoy era aún el mismo del de ayer. Les llevaba su tiempo eso sí, ya que una diferencia de opinión podía ser mortal. Las Sagas los Vikingos traslucen cortesía, en ellas transcriben con esmerada precisión los argumentos de los adversarios. Como si consideraran una cobardía desdibujar las palabras de un enemigo al que habrían de dar muerte.