Colombia ocupa el primer puesto en biodiversidad por unidad de área en el mundo. Tenemos cerca de 3 millones hectáreas de páramos, 300 mil de manglares, 700 mil de bosques seco, y 22 millones en humedales. El 52% del territorio nacional son bosques. No obstante, la deforestación, la explotación ilícita, la minería ilegal, los cultivos ilícitos y el cambio climático están acabando con nuestra riqueza ambiental.
Entre el 2005 y el 2015 se destruyeron más de 1,5 millones de hectáreas de bosque y solo en los últimos tres años se han deforestado más de 400 mil. Según estudios de WWF para Colombia, en los últimos 20 años se ha perdido el 17% de los páramos (aportan 70% del agua potable) y 35% de los humedales. En 2017, estuvimos entre los 40 países que más emitieron GEI (0,42%).
Los recursos para el sector ambiental han sido bajos, menos de 0,5% del presupuesto. Colombia tiene una deuda con el mundo y con su propio territorio. Por eso, una de mis prioridades como senadora ha sido una agresiva agenda ambiental.
Los temas ambientales no reciben ni un peso de regalías. En el proyecto de Acto Legislativo para modificar las regalías tampoco se tocaba el tema. En los primeros debates logré convocar al Gobierno y congresistas de asignar el 1% de los recursos para el medio ambiente (182 mil millones en bienio 2018-2019). Aunque fue un avance, no era suficiente para proteger nuestros ecosistemas; y en la segunda vuelta logré que se aportaran 4 puntos porcentuales adicionales (728 mil millones más). Dos puntos para proyectos en ciencia y tecnología relacionados con el medio ambiente y desarrollo sostenible; y otros dos serán ejecutados por los municipios de acuerdo a un plan nacional.
Esta reforma permitirá invertir más de 1 billón de pesos en medio ambiente. Trabajaré por una reglamentación que nos permita la adecuada utilización de estos recursos.
El ecosistema estratégico más importante del país es el Amazonas. Absorbe 200.000 millones de toneladas de carbono, tiene un tercio de la biodiversidad del mundo, con 1.700 especies de aves y más 700 tipos de anfibios, reptiles y mamíferos.
En el Plan Nacional de Desarrollo conseguí aprobar que el 15% del impuesto al carbono se destine directamente para la conservación de los bosques de la Amazonía. Sin embargo, requerimos pensar el desarrollo y la superación de la pobreza en esta región. Por eso, presenté con la representante Yenica Acosta, un acto legislativo que ya pasó su primera vuelta para darle a la región amazónica un régimen especial.
Con el proyecto, que espero sea parte de la constitución a mediados del próximo año, podremos tener normas especiales para la región amazónica en materia ambiental, administrativa, fiscal y poblacional, para fomentar la investigación, el turismo, el desarrollo del comercio y formas de utilización sostenible de los recursos. La idea que se desarrollaría después de promulgado es que el resto del país aporte a la preservación, y a la superación de las necesidades básicas insatisfechas de los habitantes. Además, un modelo de desarrollo que materialice la armonía entre el ambiente y lo social.
El medio ambiente es una prioridad. Es la vida, en todas sus formas, es el equilibrio y el compromiso ético de esta generación. No hay nada más importante para nuestro futuro que defender nuestros parques nacionales, preservar las especies y el agua, salvar el Amazonas. Estos son mis aportes para ello, y espero continuar esta senda.