MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ * | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Febrero de 2013

Edificar y caminar en piso firme

 

Para  edificar, lo sensato es hacerlo sobre roca firme (Mt. 7,24-12). Para caminar sin vacilaciones, y llegar al final deseado, es preciso  optar por caminos de piso firme. Edificar sobre arena movediza, o tratar de llegar a una meta por sendas resbaladizas, es ciertamente insensato. 

Ante la situación mundial y nacional es urgente estudiar bien qué bases darles a la paz y al progreso, escogiendo bien los materiales para que aseguren algo estable. Tratándose de esas fundamentales empresas hay que tener presente que  no es simplemente  echar mano de elementos materiales sino que se edifica, o se organiza un avance con seres humanos, “piedras vivas” (I Ped. 1,4-5), dotadas de cuerpo y de espíritu.

Amplia y sincera fue la reflexión en la pasada Asamblea de la Conferencia Episcopal de Colombia (4 al 8 02-13) en el análisis de cómo debiera ser esa construcción de la paz y del progreso para nuestra Nación. Allí, precisamente, se advirtieron ingredientes sólidos o deleznables que pueden aportarse para esa edificación o para los caminos que se quieran escoger. Querer construir la paz u optar por caminos hacia ella sin un “mea culpa” de procederes inspirados en odio, o sin reconocer los males causados por la violencia, esono es edificar con sólido material ni dar pasos sobre terreno firme que lleven hacia ella. Querer edificar la paz o dar pasos hacia ella con negación de manifiestas fallas y errores cometidos, y sin propósitos de enmienda de ellos, con  la arrogancia de haber escogido ideales de guerra, imponer soluciones no es aporte para llegar al fin anhelado.

Querer construir la paz con ausencia toral de Dios, y desdeñar los aportes que de las ideales impregnados de valores más allá de lo simplemente terreno, como algunos lo intentan, es querer construir nuevas torres de  Babel (Gen. 11)  y transitar por caminos que solo llevan a confusión de  lenguas y de pensamientos. Son prenda, en cambio, de esperanza, de piso firme para construir.  Cuanto evocan, por el recuerdo de sus palabras y de su testimonio, algunos egregios modelos de bien. Allí están unJuan XXIII con su estilo y enseñanzas como las plasmadas en su Encíclica Pacem in Terris,o un Juan Pablo II con sus ejemplar caminar y mensaje hace 25 años por Colombia, a unaMadre Teresa de Calcuta Premio Nóbel de Paz por sus obras y sin discursos, o una Madre Laura sembradora de Evangelio con obras de amor entre indígenas y en las más inhóspitas regiones.

Es sensato sentarse a la mesa, y dialogar aun con los más fieros opositores, es de seres racionales enfrentar ideas y no fuerza bruta. Pero es indispensable, si se quiere llegar a acuerdos sólidos, que se muestre, efectivamente, sincera y plena convicción  de que cuanto se anhela es el bien general. Son indispensables, eso sí, el  rechazo a la mentira y a la agresión, que haya desprendimiento palpable de pequeños intereses, empeños colectivos en construir sobre sólidas bases y proscripción de cuanto lleve a destrucción y muerte. Esto sí es ponerle bases firmes a conversaciones que traigan algo estable.

Contribución sólida a la paz es propiciar modales de armonía y no de frías o feroces relaciones intrafamiliares, es el trabajo honesto  de cada ciudadano, es la erradicación de toda corrupción en los manejos públicos y privados, es cumplir cada cual sus deberes con respeto de los derechos ajenos, es amor verdadero a toda persona y erradicación del odio.  Con  estas bases sí tendremos  aportes firmes a la paz y construcción de algo que perdure. Confiamos en que en los actuales diálogos se tenga en cuenta todo lo anterior, pues, de lo contrario,  tendríamos  solo  ilusiones.  Sin  esas  bases  firmes habrá que repetir con Bolívar, a pesar de sus grandes gestas y buenas intenciones:“Aré en el mar y edifiqué en el viento”.

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional