El “America first” de Trump está develando un neoimperialismo cultural de otros estados. Ante la negativa del estadounidense a financiar con dinero del presupuesto organizaciones que promuevan “el aborto seguro”, el primer ministro canadiense Trudeau surgió como uno de los salvavidas de la industria del aborto con una iniciativa que aporta USD 487 millones durante tres años para cubrir el hueco que ha dejado la Casa Blanca.
El “aborto legal” es una de las demostraciones de “avance humanitario” en el dogma de la cultura dominante en países occidentales como Canadá, pero en este caso su gobernante no se conforma con el “avance” dentro de sus fronteras, sino que quiere imponerlo sutilmente a los demás. Por esto una de las previsiones contenidas en la mencionada iniciativa, citada por el Globe and Mail, es que el dinero canadiense se utilice no solo para ofrecer “abortos seguros”, sino para “quitar las barreras jurídicas y legales para el cumplimiento de los derechos a la salud sexual y reproductiva”. Es decir, no solamente tenemos la mano amiga canadiense extendida a los países que pidan su ayuda, sino la injerencia que entrega dinero a los lobbies pro-aborto allí donde estos existan, independientemente de que los países lo contemplen o no en su ordenamiento jurídico. ¿Interpretación errada? El ministro de Desarrollo Internacional, Bibeau, ha despejado cualquier duda: “La defensa (de ese ‘derecho’) está incluida en nuestra iniciativa, de manera que sí: apoyaremos a los grupos locales y extranjeros que aboguen por los derechos de las mujeres, incluido el aborto”.
Se supone que el imperialismo no ha sido un sello identitario de Canadá, pero esta súbita arrogancia canadiense lo pone en duda. Tanto así que el presidente de la Conferencia Episcopal local, Mons. Crosby, ha lamentado la salida de tono de Ottawa y su “intento de imponer unos ‘valores’ canadienses”, y ha calificado la medida como propia de un “imperialismo cultural”. ¿Imperialismo Canadiense? si nunca ha tenido colonias…, pero esto no es óbice para que se comporte como tal. Dictar a otros cómo deben ser sus leyes, con independencia del back ground cultural, social, religioso, etc. de los “beneficiarios”, es un rasgo que delata una conciencia de “quién manda aquí”, tan típica de los imperios.
Y en la misma tónica de Canadá va el gobierno de Holanda. Ámsterdam acaba de crear un fondo internacional pro-aborto para paliar los efectos de la decisión de Trump, pero talvez por su pasado colonialista está siendo más osada. Tanto así que a finales de febrero, la ONG “Women on Waves” pretendió atracar una embarcación abortista en las costas de Guatemala, para que toda mujer que lo deseara tuviera su “aborto seguro” y como no se les permitió, idearon que una lancha recogiera en tierra a las interesadas y las trasladara al barco, ubicado en aguas internacionales, pero oportunamente las autoridades guatemaltecas frustraron la operación defendiendo su soberanía.