El mes pasado, Luis Almagro, Secretario General de la OEA, puso en manos de la Fiscal de la Corte Penal Internacional un documento de enorme trascendencia para el futuro inmediato del Hemisferio.
El Informe sobre crímenes de lesa en Venezuela es una pieza maestra que contiene, detalladamente, la colección completa de los atentados cometidos por el régimen de Nicolás Maduro contra su propio pueblo.
Desarrollado por un grupo de especialistas independientes, el estudio goza de la legitimidad suficiente que se suma a la de los reportes previos agenciados por la propia Secretaría General, con lo que se ha llegado a constituir el mejor banco de datos existente sobre la situación en Venezuela.
Dicho de otro modo, no serán muchos los esfuerzos adicionales que tendrá que hacer la fiscal Benzouda para completar sus exámenes preliminares y proceder con el rigor que se espera ante la conducta exhibida por la dictadura.
Si a semejante cuestión se le suma lo que está aconteciendo en Nicaragua y las iniciativas que la Organización está liderando al respecto, podría sostenerse que se avecinan tiempos decisivos para lograr que la democracia vuelva a imperar en las Américas.
De hecho, durante su reciente visita a la OEA, el presidente Duque ofreció todo su respaldo a Almagro y, seguramente, trató también el tema durante el encuentro de la semana pasada con el Comando Sur, en La Florida.
O sea, que si el régimen de Maduro oprime a sus ciudadanos con la misma intensidad con la que fomenta en la región las amenazas transregionales, ¿no ha llegado ya el momento de pasar de las palabras a los hechos?
En tal sentido, vale recordar que el presidente electo, siendo Senador, formuló, el año pasado, en compañía de varios congresistas chilenos, acusaciones contra Maduro ante la Corte, con lo cual, las acciones de Almagro y las de Duque son lo suficientemente coincidentes y consistentes como para esperar que la situación en Venezuela se transforme de modo esencial y prontamente.
Eso significa que, en breve, se articularán de manera decisiva los principales instrumentos con los que será posible cambiar la realidad en el área: uno, la Carta Democrática Interamericana; dos, la Corte Penal Internacional; y tres, la diplomacia presidencial de los países libres, liderados por Duque, para pasar del declaracionismo diplomático a los planes de acción basados en la responsabilidad de proteger a los seres humanos sistemáticamente victimizados.
De tal forma, es posible esperar que los venezolanos y nicaragüenses se liberen del asesinato, la tortura, la violación, el encarcelamiento, o la persecución.
Y que el Hemisferio entero se libere de las dictaduras promotoras del crimen transnacional organizado.