Los espacios para las alocuciones presidenciales deben usarse para comunicar asuntos de interés general y con carácter urgente, no para retransmitir discursos emotivos, que parecen más proclamas de un activista político que de un jefe de Estado, pletóricos de ataques ideológicos contra empresarios, con afirmaciones tendenciosas y sin fundamento.
Los empresarios contribuyen en la construcción del país, producen riqueza y generan empleo; el gobierno debiera defenderlos en lugar de atacarlos y mucho menos calumniarlos. Con esta provocación inútil concluimos la semana anterior.
Vino luego la noticia de que el gobierno se decidió a reencauchar a la señora Laura Sarabia, antigua jefe de gabinete presidencial, que salió en medio de la crisis que armó al haberse sometido a la niñera a un polígrafo, al parecer no consentido, buscando la verdad sobre la pérdida de varios millones en efectivo, nutrida con el escándalo de los audios que develaron conversaciones de la funcionaria con el exembajador Armando Benedetti. Las investigaciones apenas comienzan, pero se tomó la decisión de ascenderla al Departamento Administrativo de la Prosperidad Social.
Lo que la gente se pregunta, amén del peligro que para ella representa una investigación penal ejerciendo un pomposo cargo público, es si era para volverla a vincular, ¿por qué la sacaron de donde estaba? El polígrafo debieron haberlo usado no para indagar que se hizo la plata, sino de dónde salió.
Viene ahora el hermano del presidente de la República a confirmar que los dos padecen desde niños, una situación, el síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista que no tiene cura. Se trata de una condición más no de una enfermedad, no se “padece” sino que se “tiene”.
El presidente ha dicho, contradiciendo a su hermano, que nunca ha sido diagnosticado con esa condición. Lo que llama la atención es que la descripción del comportamiento que causa la afección, es precisamente lo que hemos estado observado los colombianos con las ausencias presidenciales.
Bueno, ahí van saliendo datos para poder hacer un dictamen forense sobre actas y vivencias, ante la imposibilidad legal de ordenarlo.
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Un verdadero “descache” la propuesta de subsidiar el trasporte público, con un cargo a la cuenta de servicios, buscando que los que no usan el transporte público subsidien a los que lo tienen que usar. Plantea más problemas que soluciones; sin duda, se trata de dar transporte gratuito subsidiado que contribuye a la sobreutilización del sistema y a su consecuente desgaste. ¿Quién va a cubrir los costos de su reemplazo? ¿Qué va a pasar con el subsidio de transporte de los trabajadores? ¿Es posible un doble subsidio?
Muchos interrogantes sin resolver, todo para evitar los colados y ganar algunos votos.
Lo que se rescata de este gobierno es que cada semana que llega, es más entretenida que la anterior.