Querámoslo o no, las elecciones del este 29 tendrán un significado político que no es el tradicional. Como es la primera vez que un gobierno de izquierda se expone a este proceso, pues hay mucha expectativa sobre los resultados. Algunos tienen mayor significado no solamente simbólico sino de evaluación. Bogotá es el principal ejemplo no solo por lo que en las últimas elecciones ha significado para los repetidos triunfos de la izquierda en sus diferentes versiones, sino porque el enorme peso de su votación hace una gran diferencia. Y algo parecido podría decirse de Cali y Medellín.
Bogotá ofrece muchas lecciones. Esta la coincidencia de dos gobiernos de izquierda de sabores no coincidentes, que concuerdan y se distancian, y para liderar el triunfo buscaron un senador muy vocal, militante, confrontacional que viene haciendo la tarea con disciplina y sin dejar pasar oportunidades. Y ocurren situaciones impensables como la del brutal ataque del Hamás a Israel, en violación de todas las normas del derecho internacional. Y en la más obvia confrontación con ideales que se supone un gobierno de izquierda defiende.
Hay mucho más implicado. No se ve cómo el gobierno puede escapar el juicio de evaluación que la ciudadanía le dará a los resultados electorales. ¿Significan ellos una aprobación de estos primeros dieciocho meses de gobierno? ¿Indican el desencanto con un gobierno que inclusive desató simpatías en los partidos tradicionales y en los grupos de votantes independientes?
Y varias preguntas que se pueden englobar en dos: 1. ¿Cuál será el impacto de una derrota en el gobierno de Petro? ¿Se radicalizará y ello que querría decir? ¿Una retórica aún más radical y despectiva? ¿Hará uso y abuso de la legislación existente y así desatar un desencuentro con las diferentes Cortes? ¿Una vez más, insistirá en un Acuerdo Nacional cuyos perfiles se van estrechando, por ejemplo, en materia de política internacional como lo han planteado los excancilleres?
2. ¿Buscará la izquierda sin Petro en las elecciones presidenciales y de Congreso de 2026 un mandato claro que le otorgue la condición de gobierno mayoritario y así con la gobernabilidad necesaria para implementar su plataforma ideológica? ¿Será ello posible después del desencanto que representarían estas elecciones de octubre?
El mundo político está dando muestras de cambios muy profundos en casi todas las democracias. Los grupos de derecha se están empoderando. La izquierda que había experimentado una especie de primavera se está marchitando. Y actitudes tan desconcertantes como la de Trump, Maduro o López Obrador nos dicen que los cambios en el comportamiento de los protagonistas están en el orden del día.
No es una buena noticia que estas personalidades y algunas fuerzas políticas estén colocando patas arriba lo que conocíamos como sistemas políticos. Y todo ello en un contexto internacional que no respeta las normas más elementales de convivencia internacional.
Difícil comparar este momento con otro de la historia reciente o lejana. La tecnología, los nuevos métodos de comunicación, las ambiciones de conquista territorial, la ausencia de valores que considerábamos consolidados …y guerra, en Europa y ahora en el Oriente Medio, que nadie habría imaginado no solo por su crueldad sino por que evidencian la incapacidad de los organismos multilaterales y la ausencia de liderazgos.
Es otro mundo.