Tengo bien sabido que escribir libros, ensayos o columnas no es lo mismo que influir. Y eso lo compruebo una y otra vez. No importa el tema.
Ahora cuando comienza a hablarse de las elecciones subnacionales, Gobernaciones, Alcaldías, Asambleas, Concejos, me pareció útil devolverme casi medio siglo, cuando con la ayuda de una persona familiarizada con el tema estadístico, Claudia González, nos formulamos una serie de preguntas sobre el comportamiento del voto urbano y su impacto en la vida política y en la relación de fuerzas entre liberales y conservadores, las dos corrientes políticas predominantes.
En la perspectiva de hoy los datos son impactantes. El sólo tema de la abstención electoral habla por sí sólo. “El desarrollo y la urbanización parecían estar asociados de alguna forma a la apatía política”. Entre 1958 y 1974 la votación liberal en Bogotá pasó de 46.0 de participación a 26.1. Asombroso. Entre 1958 y 1974 la abstención con respecto al potencial de sufragantes mayores de 21 años, es enorme: 64.6 en Bogotá; 70 en Medellín; 67 en Cali; 67.2 en Barranquilla; 70.8 en Cartagena.
Y al lado de este fenómeno, el presidente López Michelsen (estoy usando un libro publicado en 1976) anotaba en su Informe al Congreso: “Poco a poco la dependencia económica (…) ha hecho irrumpir en la política candidatos del contrabando, del chance, de las mafias, de los concesionarios de casinos, etc. Y, obviamente tal práctica debe ser extirpada, por medio de una vigilancia más severa”.
Al terminar el libro (“Comportamiento del voto urbano en Colombia: una aproximación” Bogotá, Uniandes, 1976) se presentan unas consideraciones que han mostrado su vigencia desde entonces, hace casi medio siglo. Leamos: “La urbanización del voto se ha convertido en un serio factor de incertidumbre (…)” “El voto no cautivo está ahí, disponible, a la espera de circunstancias y de fenómenos de liderazgo que bien lo pueden canalizar hacia postulados de izquierda, de derecha o de corte populista”.
Y la frase final del libro: “¿Podrán los partidos políticos colombianos darse el lujo de mantenerse al margen del proceso político urbano? El futuro político pertenece a los partidos que sean capaces de movilizar el voto disponible de las áreas urbanas”.
Creo que la elección presidencial de 2022 es una respuesta contundente a esta afirmación.
En octubre de 2023 el voto urbano estará otra vez disponible en las ciudades. Son 32 capitales. Es fácil hacer una contabilidad político-electoral para determinar cuántas hay que conquistar para asegurar así una mayoría nacional en el nivel presidencial. Ya está claro cómo es que se construye una infraestructura urbana para ganar, sobre todo si está reforzada con una buena estrategia nacional.
Hacer política electoral es una tarea muy dura. Requiere muchos sacrificios. Perseverar en ella no es fácil. De allí la importancia de los partidos políticos que, siendo permanentes, realizan un trabajo que ya es casi imposible para un ciudadano individualmente., ¡Aunque están en crisis en todo caso, hacen una diferencia muy grande! ¡Por eso los han desacreditado tanto… y ellos se ayudan!
El fraccionamiento de los partidos no ayuda. En la campaña presidencial algunos candidatos me dijeron que presentarse como representante de un partido era un suicidio político. Lo que tocaba era decir que venía apoyado por firmas y buscando firmas. Lo que esto quiere decir es que se requiere una inteligente estrategia de acreditación de los partidos políticos, ojalá acompañada de menos fraccionamiento.
Difícil hacer política al margen de las organizaciones que se inventaron para esa compleja tarea.