Entre la inauguración y la clausura de los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, Beijing 2022, tras su excelente presentación, propia de la disciplina y organización del pueblo chino, se avizora a un mundo -aún sorprendido y afectado por la pandemia y en medio de supremos protocolos de cuidado-, en esos diez y seis días de gloria, del mes de febrero, que se desvanecían los esfuerzos de paz y el olvido de la guerra.
Fue un contraste de marca mayor, entre la armonía de los juegos olímpicos, con la gala del patinaje artístico, y una película distinta al salir por la puerta grande. Sin imaginarlo, en los largos dos años de pandemia y los frutos de la vacunación, volvía, quien lo creyera, a vislumbrarse un cisne negro.
Los discursos del presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, de entrada y cierre de los Juegos, entre líneas, son una clara muestra de cómo empezó el mundo a percibir los vientos de guerra y la urgencia de un llamado de alerta a la comunidad internacional.
Incluso sus palabras comienzan en la inauguración por el saludo secretario general y al presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Gutiérrez y Abdulla Shahi, quienes días después se encontrarían en la encrucijada por la guerra Rusia y Ucrania.
Resaltó el apoyo de la misma ONU al Comité Olímpico Internacional, con la llamada resolución de la tregua olímpica, aprobada por consenso por sus ciento noventa y tres miembros y estados, no obstante ciertos llamados a dilatar los juegos, por razones como los papeles de Sinkiang, las protestas en Hong Kong de 2019-2020, la diplomacia del guerrero lobo de China y el genocidio uigur.
Explica Bach, como la resolución explícitamente menciona la virtud de los atletas para promover la paz y el entendimiento humano a través del ideal olímpico y apela a todas las autoridades políticas alrededor del mundo para que en ese espíritu respeten su compromiso con la tregua olímpica y den una oportunidad a la paz. Agradece, además al equipo de médicos y científicos que le han cumplido al mundo “más allá de su deber¨ como a los voluntarios.
En la apertura decía: “Ustedes, atletas olímpicos ,enseñarán como el mundo se podría ver si todos respetáramos las mismas reglas y nos respetáramos entre nosotros. Competirán por el precio mayor, pero al mismo tiempo van a vivir pacíficamente bajo el mismo techo en la villa olímpica y ahí no existirá la discriminación por ninguna razón posible. En este mundo frágil donde las divisiones, el conflicto y la desconfianza se incrementan, le mostraremos al mundo que es posible ser rivales férreos y al mismo tiempo vivir pacíficamente y respetarnos. Esta es la misión de los Juegos Olímpicos: traernos, juntarnos, en competición pacífica siempre construyendo puentes nunca construyendo muros, uniendo a la humanidad en nuestra diversidad.”
Para la clausura su llamado es categórico: “Este poder unificador de los Juegos Olímpicos es más grande que las fuerzas que nos quieren dividir. Ustedes han dado a la paz una oportunidad. Que los líderes políticos del mundo se vean inspirados por su ejemplo de solidaridad y paz. Ustedes no solamente se han apoyado (haciendo alusión al abrazo que se dan entre ucranianos y rusos en juego de esquí acrobático, titulado por Marca Claro como la increíble postal) … Si queremos en definitiva superar esta pandemia, tenemos que llegar más alto y tenemos que estar juntos.”
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI