ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Noviembre de 2011

Exigirnos más

 

 

Empresarios de varios sectores de la producción consultados por este cronista en las principales ciudades del país coinciden en que estamos bien quedados en competitividad, y muy atrasados en productividad para afrontar con éxito la globalización comercial y en particular, el TLC con EE.UU.

Señalan que lejos de ir contra las corrientes del libre comercio mundial, lo que pretenden es abrir los ojos sobre el estado precario en que se encuentra el país en términos de competitividad, transformación, ciencia y tecnología, logística, educación, mercado laboral, impuestos, propiedad intelectual, salud y por supuesto, infraestructura, justicia y corrupción.

En nivel mundial estamos a la vera del camino en cuanto a la infraestructura y competitividad que requerimos para ganar mercados con ventajas comparativas.

Quedados en América Latina respecto a vecinos como Venezuela y ni qué decir frente a Brasil, Argentina, Uruguay e incluso, Perú y Ecuador. Este grupo de naciones o están haciendo gruesas inversiones en nuevas plataformas de transformación del aparato productivo, o inmersas en procesos de acompañamiento internacional con calificada tecnología de punta.

Los productores colombianos aceptan que algo se ha hecho, pero que aún falta un largo camino por recorrer para modernizar nuestro aparato productivo. Ha sobrado teoría, ha faltado voluntad política para ejecutar propuestas ambiciosas de reconversión, expansión y competitividad.

Las factorías, por ejemplo, todavía se mueven con plantas, máquinas y equipos de vieja data. Por cuestión de costos muchas compañías no han dado el salto tecnológico, asumiendo el riesgo de quedar fuera de circulación comercial, perder potenciales compradores o quebrar.

Incluso, aunque parece mentira, cientos de empresas se resisten a dar pasos hacia la modernización, aduciendo falta de financiación, o sea, dificultades para acceder al crédito bancario.

Otros actores de la producción anotan que el régimen laboral, la inestabilidad tributaria y las garantías jurídicas, influyen en la toma de decisiones y la poca creación de empresa.

Persisten modelos obsoletos de producción que sobreviven en nuestra economía y que parecen condenados al fracaso de sus negocios. En tecnología, modernización y competitividad, la peor inversión es la que no se hace. Ningún sector económico podrá soportar la influencia del mercado norteamericano en cuestión de unos 15 meses cuando debe estar rodando a todo vapor el tren del tratado de libre comercio que ese país tiene con nosotros.

La conclusión de industriales como el presidente internacional de la Organización Carvajal, Ricardo Obregón Trujillo, es que debemos ser ambiciosos, progresistas, innovadores y capaces de transformar nuestras empresas para jugar con fortaleza en las grandes ligas del mercado global. Exigirnos más, resignarnos menos.