ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Abril de 2012

Sin engaños

 

No  más ofertas al consumidor final diciendo a la velocidad de la luz que, aplican condiciones y restricciones.

Sanciones de hasta $ 1.000 millones para fabricantes, proveedores, comercializadores y anunciantes que continúen vendiendo con trampa bajo la manga o a plena luz del día.

Se acabó la burla al consumidor colombiano gracias a una ley que protege sus intereses, deberes, obligaciones, pero también su bolsillo.

Los vendedores, sean fabricantes, expendios al mayor o al detal, y empresarios, tienen que ser rigurosos con la verdad al público cuando ponen en sus manos un bien o servicio.

El que compra tiene hoy la posibilidad de pasados 8 días, devolver la mercancía o regresar un artículo que no los satisface.

Las loterías tendrán que decir cual es el premio gordo después de todas las deducciones.

Los almacenes tendrán que honrar su palabra cuando anuncian descuentos del 50 y 70% en el segundo producto. Puede ser que no haya ningún beneficio y que se esté burlando la buena fe del consumidor.

El que adquiere un artículo presume de la honradez del establecimiento comercial. Por eso, el Gobierno y las respectivas ligas de consumidores, como la Superindustria, comienzan a hacer valer las garantías de los compradores y las responsabilidades de los vendedores.

Punto final a cobrar una tarifa superior a la que señala el artículo, así sea un error del comerciante.

Es obligación fijar en tableros visibles los precios finales al consumidor para que éste compare con su factura de compra.

Ya hay herramientas legales y sencillas para que los consumidores protejan sus intereses y no sean presa fácil de la letra menuda en contratos comerciales o financieros.

Los medios de comunicación -radio y televisión- también hacen parte del juego limpio. No podrán pasar cuñas o comerciales a la topa tolondra, tan rápido que ni el locutor vocaliza ni el oyente capta a propósito de condiciones y restricciones.

En síntesis, inició la nueva era del consumidor final en Colombia. Es la partida hacia una relación más amistosa y menos ventajosa entre empresas y clientes, entre comerciante y comprador.

Hora de pasar a una nueva página del consumo cuidado en el país. Prácticas de buen gobierno donde los tramposos se vuelven dignos de crédito o cierran sus negocios.

Un nuevo concepto solidario, transparente y de confianza entre las partes que hacen la cadena productiva del país. La ley del consumidor incentivará las ventas de quienes jueguen limpio en el mercado, sin artificios ni mañas en perjuicio de la canasta familiar.

Un paso en dirección de la sana libre competencia que ejerce la economía nacional.