Recientemente, el senador José Vicente Carreño hizo pública en redes sociales una inquietante información: en ciertos sectores políticos se estaría gestando una nueva arremetida contra la Policía Nacional de Colombia, sugiriendo su traslado del Ministerio de Defensa a otra cartera este tipo de iniciativas lo que, lejos de fortalecer la institución, despierta preocupación y asombro en quienes hemos dedicado nuestra vida, a la seguridad y convivencia.
La Policía Nacional es una institución centenaria, que ha demostrado ser pilar esencial en la protección de la ciudadanía y del orden público. No es la primera vez que se ve sometida a los vaivenes de intereses políticos, pero debemos ser claros: su inclusión dentro del Mindefensa no es una decisión al azar, sino una medida estratégica que garantiza operatividad y eficacia en el contexto de seguridad.
Quienes estamos hoy en la reserva activa entendemos que la lucha por evitar cambios improvisados y perjudiciales para la institución es vital. No podemos permitir que decisiones motivadas por intereses o desconocimiento afecten la misión institucional, ni que se menoscabe su imagen y papel en la estructura de seguridad del país. La seguridad y la convivencia no deben ser monedas de cambio en negociaciones políticas.
La Policía Nacional no es solo una fuerza de seguridad; es una organización que genera empleo, bienestar y salud para una parte significativa de la población; su impacto económico es innegable, movilizando recursos a lo largo y ancho del país y su presupuesto contribuye al desarrollo de muchas regiones, mientras sus servicios cubren las necesidades más urgentes de seguridad para la patria.
En este sentido, cambiar su adscripción ministerial no solo generaría un debilitamiento en su operatividad, sino que también podría afectar su capacidad para continuar ofreciendo esos beneficios y servicios.
La Policía ha superado grandes retos gracias a la labor de mandos comprometidos que, a lo largo de los años, han logrado proyectarla hacia el futuro con visión y progreso. Así que trasladarla a otro ministerio que no esté capacitado para administrar una institución de esta magnitud sería un error que tendría consecuencias a largo plazo.
Es necesario que el país entienda que la Policía Nacional más allá de ser una fuerza de seguridad es una empresa próspera, con una misión clara y una trayectoria sólida. Su lugar en el Ministerio de Defensa no debe ser objeto de experimentos o ajustes basados en cálculos políticos, ya que Colombia necesita una Policía fuerte, organizada y estable para enfrentar los desafíos de la inseguridad que se avecinan.
En conclusión, cualquier intento de modificar la estructura de la Policía Nacional, debe ser evaluado con la mayor cautela y siempre en beneficio de la nación; la estabilidad de esta institución es clave para la seguridad de todos los colombianos, y es nuestro deber defenderla ante cualquier embate que la debilite.