Imposible no referirme a este tema que tanta ampolla ha levantado a lo largo del país; me es imposible por el conocimiento que tengo del problema ciudadano y la necesidad de aportar al debate tan sensible a la sociedad y la ley.
La noticia publicada en los medios donde se da cuenta que la Corte Constitucional se pronuncia sobre el libre desarrollo de la personalidad y declara inexequibles artículos del Código de Policía donde se limitan y controlan ciertas conductas, como el consumo de sustancias psicoactivas y alcohólicas en espacios públicos, cubriendo también la sentencia lugares abiertos al público, por lo que abren un gran abanico de zonas y posibilidades, para consumir drogas, poniendo en aprietos a las autoridades de toda índole, pues les resta instrumentos en la lucha contra la drogadicción y el narco menudeo.
No voy a entrar en consideraciones jurídicas, permítanme referirme a la situación desde el punto de vista operativo, familiar, social y criminal para aterrizar toda la discusión en la verdadera situación y problema que vive la sociedad. Hace algunos años los parques de la capital contaban con el servicio de policía juvenil y un agente se encargaba del orden, cuidado y mantenimiento del lugar; las familias disfrutaban de tranquilidad al saber sus hijos controlados por un representante del orden, conocido y estimado por ellos. Ese servicio se extinguió por múltiples razones y quedó la cultura del parque, que se vino a convertir en el club del barrio.
Pero los tiempos cambiaron y empezaron a aparecer personajes ajenos al sector, que fueron ocupando espacios e invadieron los parques y con ellos el mal ejemplo, la droga, el consumo y la comercialización entre la juventud, los vecinos quisieron pronunciarse pero les faltó valor ante la imponencia y amenaza de estos narcotraficantes, y su juventud fue cayendo en al consumo de estupefacientes, grave situación porque donde hay consumo, hay comercio y donde hay comercio de drogas falla la seguridad. Quiere decir que la seguridad de los sectores aledaños al parque se resquebraja, en detrimento del entorno. Cuando la policía apoyada por la ciudadanía emprende acciones contra ese flagelo, los decomisos, las aprehensiones, las conducciones están al orden del día y la tranquilidad florece en el sector. Pero para efectuar esas campañas u operativos urgen herramientas como las contempladas en el Código de Policía y hoy marginadas de la operación institucional.
Si perdemos los parques, si los drogadictos pueden consumir a ojos vista, el único recurso que nos queda es la presencia de los padres enfrentando el narcomenudeo, escenario que se debe evitar a toda costa, pues las autoridades con recursos legales deben encarar el problema, representando la sociedad que espera el respaldo legal, pero si ese respaldo legal le es negado a la institución, ¿qué hacer?