La democracia es más que votar cada dos o cuatro años. En esta Navidad continúa la cascada de impuestos -suben los peajes, el Acpm, nuevamente la gasolina- se incrementa el déficit fiscal, el gobierno no da ejemplo de austeridad, ella se vincula con la sobriedad, la mesura, la prudencia, la seriedad, el ahorro, son cualidades que los ciudadanos no vemos en el incremento del gasto público que podría ordenarse mejor.
La vida sabrosa no llega a los sectores populares, disminuyen los recaudos de la última reforma tributaria, el clientelismo perdura.
Al presidente Petro le cabe lo dicho por Gabriel García Márquez sobre uno de los personajes de Doce Cuentos Peregrinos: “Contra sus propias prédicas de austeridad y compostura se atraganta sin sosiego”. El Ministerio de la Igualdad solo produce erogaciones, pagamos para que la señora vicepresidenta de la República reitere en reuniones internacionales que Colombia es un país racista, lo cual no ha logrado la izquierda modificar, afirmación discutible. Abundan viajes, viáticos, francachelas, comilonas, propaganda egocéntrica, desviación de impresionantes sumas.
¿Cómo se analiza y valora el gasto del Estado? Depende de apreciaciones personales de cientos de funcionarios, que lo hacen según su criterio e incrementan cobros y compras. Corresponde adoptar decisiones congruentes con el objetivo de mermarlo. Gracias al sentido común este se ejecutaría mejor a nivel nacional, departamental y municipal.
En la rama legislativa, en Cámara y Senado, igualmente existe gasto abusivo, sin que los congresistas aceptaran ninguna disminución o tope para sus honorarios.
El uso de los recursos públicos debe estudiarse por programas, condicionarlos a requerimientos, conseguir la transparencia de negociaciones, suministrar información accesible, precisar los rubros, establecer e imponer sanciones a quienes actúen de manera irregular, cuanto más se gasta en mayor grade se deteriora la existencia y crece la inflación. Hay dispersión de servicios, con corte a julio del 2023 el gobierno agotó los cuatrocientos seis billones de pesos incluidos en el presupuesto y tuvo que solicitar una abultada adición para cumplir múltiples compromisos adquiridos y cancelar nuevos carentes de lógica.
Así como a otros sectores de la economía se les mide la importancia a través de ciertos índices lo mismo debe realizarse con el público. Desde la oposición en años recientes se criticaron gastos desmedidos y en la campaña electoral presidencial los dirigentes del Pacto Histórico prometieron austeridad, grito demagógico lanzado a la búsqueda de votos. Nuestra sociedad con el gobierno caro vive mal, todavía no sabemos qué ocurrirá en definitiva con los proyectos de reforma de Salud, Laboral, Pensional, Laboral, Judicial, controversiales, cuya discusión prosigue, que de convertirse en leyes requerirán de billonarias inversiones. Los partidos políticos no concuerdan en su conveniencia, dirigentes de diferentes colectividades les han formulado reparos fundados, al igual que sectores importantes de la Nación, sin obtener receptividad por parte del gobierno empeñado en sacarlos adelante. La burocracia se abulta con creación de organismos recientes y las subvenciones pululan, complejo entender la dimensión del socialismo siglo XXI.
Es hora de demandar con urgencia austeridad.