

Gustavo Petro nos informa (como si no lo supiéramos ya) que pretende prolongar su Gobierno: “No se llama reelección, se llama mantenerse en el combate por la vida y la libertad de los seres humanos”. ¿Cuál gobierno de la vida y la libertad? Si este Gobierno es más bien desgobierno, es la muerte y el miedo.
En Colombia mueren a diario líderes populares, hay soldados emboscados, mujeres maltratadas y, todavía peor, niños indígenas que, de miedo y de hambre prefieren suicidarse a seguir viviendo. ¡Nadie puede quedarse indiferente a tal noticia!
Enterarnos por los medios que los niños indígenas del Chocó se están suicidando en números aterradores por miedo a ser secuestrados para ser utilizados por el Eln y el Clan del Golfo, que controlan esos territorios, y por físico hambre, es estremecedor. Esos niños y sus familiares se están muriendo de hambre porque no se atreven a salir a pescar, a ir al campo por el plátano, la yuca, el ñame, los mangos, por terror a que se los lleven los criminales o violen a las niñas.
Peor es que, aunque las comunidades indígenas han avisado sobre esta horrenda situación, el Instituto Nacional de Medicina Legal no la registra. Los números que reporta de suicidio infantil en el área son inferiorísimos a los reales. Dice la revista Semana que los grupos indígenas consultados informaron el suicidio de 200 niños en los últimos 12 meses, cuando el Instituto solo menciona 36 casos. ¿A qué juega el Instituto, el ministro de Salud y Petro? ¿Por qué mienten?
El suicidio de un niño por miedo y hambre debe ser vergonzoso para un Gobierno. Y, incidencia de muertes y desplazamientos forzosos es semejante en el Catatumbo.
Las noticias que diariamente nos llegan en los medios sobre la gravísima situación que se vive en los territorios son estremecedoras. Este Gobierno es el gobierno de la muerte y del terror que está sufriendo el pueblo, nadie lo puede negar. Nadie puede callar ante tal horror.
Con Bogotá
Es claro que Petro quiere “estrangular” a Bogotá, otra estrategia para crear un caos total en el país, utilizando el poder que tienen algunos ministerios para paralizar las construcciones de las rutas ya planificadas, aprobadas y financiadas para descongestionar las entradas y salidas de la capital; la urgente ampliación de la Autopista al Norte, la avenida ALO, la calle 80 y el intercambiador, la avenida Suba-Cota, el cable a la Calera, el Regiotram de Occidente y, como si esto fuera poco, las líneas 1 y 2 del Metro.
Si Petro lo logra, Bogotá se quedará sin Metro, además, con cantidad de obras ya iniciadas, interrumpidas y abandonadas, con el consecuente desastre que esto significaría para el pueblo bogotano.
Ni hablar de las millonarias demandas contra la ciudad y el Estado que esto causaría de parte de los contratistas de estas obras, entre ellos los chinos a cargo de la construcción del Metro.
El alcalde Carlos Fernando Galán ha dicho que enfrentará esta agresión contra la autonomía de Bogotá: “La ley no es una opción. La Constitución no es una opción. Esto representa un nuevo ataque del Gobierno nacional a la autonomía local (…)”.
Petro lidera un Gobierno de espaldas al pueblo y pretende perpetuarlo. ¡Qué horror!