Esta semana Rudolf Hommes, exministro de Hacienda colombiano, lanzó un trino en twitter interrogando a los usuarios de la red si sabíamos que en Estados Unidos y en Canadá la agricultura estaba siendo afectada porque la cuarentena impedía la llegada de las abejas procedentes de América Latina, Australia y Nueva Zelanda debido al paro del transporte por la coyuntura del covid-19, haciendo referencia a la cada vez más difundida práctica de la polinización dirigida. Dicha afirmación es como de no creer, en el imaginario de la mayoría de las personas las abejas no parecieran tener dificultades para movilizarse en estas circunstancias. Quisiéramos que fuera una noticia falsa o tal vez una afirmación sin mayor fundamento, pero no es así ya que mucho ha cambiado en el mundo de la polinización.
La fuente de información es el periódico británico Financial Times que evidencia la manera como están siendo afectados los agricultores de frutas, verduras y nueces por las limitaciones de tránsito aéreo, terrestre y ferroviario que se vive por estos días. Tendemos a creer que aún vivimos en el mundo de la abundancia de las abejas y polinizadores, esa ventaja la perdimos hace mucho tiempo; hoy la polinización, necesaria para cerca del 75% de la producción de alimentos del mundo, se hace con colmenas que son trasladadas a los cultivos en el momento oportuno para realizar la polinización. Las abejas melíferas son itinerantes en la agricultura actual, parte del negocio de la apicultura es la polinización, no por elección sino por necesidad.
Pareciera algo nunca visto, pero sí que es cierto, cada vez lo será más que la polinización deberá ser dirigida ante las pérdidas tan grandes de colmenas, asociadas a uso indiscriminado de insecticidas, el cambio climático y la pérdida de hábitats naturales, situación que tiene impactos reales en las prácticas culturales que han hecho que en los Estado Unidos y Canadá desde hace buen tiempo tengan que importar abejas reinas y otras abejas desde Australia, Nueva Zelanda, México y Chile, tal como lo revela la nota del Financial Times. Esa situación tampoco es ajena para los agricultores europeos, que también son asiduos usuarios de la polinización dirigida.
Justamente por estos días Reuters nos compartía la nota que nos daba a conocer que Israel, en el huerto de almendros de Tel Arad, estaba haciendo pruebas de polinización mecánica. Dicha solución se plantea a raíz del descenso global de las abejas y el impacto de su ausencia en la producción agrícola y lo llamativo de la noticia es que para el director de Edete Precisión Technologies Agriculture, en cerca de quince años, o sea para 2035, ya no tendremos suficientes insectos para polinizar, razón por la cual esta innovación irá remplazándolas paulatinamente.
Desde hace un buen tiempo hemos visto imágenes de personas polinizando frutales en la China; en 2016 la serie Black mirror, en el capítulo titulado odio nacional de la tercera temporada, nos propuso un futuro con drones de abejas, que suplen las naturales en su función, ante su extinción. La agricultura colombiana no está muy lejos de entrar en esas disyuntivas teniendo en cuenta la inexistencia de una política pública de apicultura, y por el escaso trabajo entre agricultores y apicultores, hoy no trabajan de la mano, salvo contadas excepciones. Las dificultades de la polinización natural cada vez están más cerca de nosotros de lo que tendemos a creer. Es urgente proteger a nuestras abejas y polinizadores, no hacerlo nos pondrá rápidamente a pensar en ser polinizadores artificiales como es la tendencia global. ¿Tendremos tiempo?
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