Un millón de niños y niñas estudiantes de primaria han perdido su año lectivo 2020 por no tener computador e internet para participar en clases virtuales durante la pandemia, esto los afecta y a sus familias, lo que constituye tragedia educativa que debe solucionarse. No les asiste culpa, afrontan difícil situación antes de llegar a la adolescencia, merecen tratamiento especial por parte del Ministerio de Educación, de las Secretarias Departamentales, de las Alcaldías.
Será necesario en el 2021 mejorar la conectividad, suministrar ayuda sicológica, pero ante todo preparar un cronograma para que puedan cursar en este período dos años de programas en uno con el objetivo de que no se atrasen en el cumplimiento de metas al comienzo de sus vidas, les asiste derecho social indiscutible inscrito en la Constitución.
Las universidades, con un inmenso esfuerzo desarrollan el uso de la virtualidad, suministran a los estudiantes que lo requieran computadores y lo mismo sucede en colegios sin que el cubrimiento sea total; urge extender el cubrimiento a nivel de primaria, en Colombia muchos no poseen internet y en estratos bajos los padres carecen de recursos para comprar computadores, inclusive existe el error de creer, en el caso de las facturas de servicios que ayuda no recibirlas en papel sino mediante correos electrónicos, la premisa falla, si bien en estratos altos su envío facilita el pago, en hogares de escasos recursos lo enreda.
La educación primaria es la primera etapa obligatoria del sistema educativo, período que permite a los niños aprender la correcta alfabetización. Los seis cursos que comprende esta enseñanza forman parte integral vital del saber y los docentes juegan papel clave, se trata de la puerta de entrada a los valores sociales, al desarrollo de la personalidad, de posibilidades y talentos, a la adopción de iniciativas, al inicio de amistades duraderas, al encuentro con la democracia.
Antes del internet el país realizó un inmenso esfuerzo para erradicar el analfabetismo que todavía subsiste en algunas zonas y es un hecho que en los últimos tiempos se multiplicaron las entidades educativas de primaria, cambió el modelo pedagógico y el covid-19 no debe obligarnos a retroceder. Conviene que los dirigentes políticos, especialmente los aspirantes a la presidencia -de derecha, centro o izquierda- analicen el fenómeno de desprotección inherente a los niños y niñas entre los seis y los doce años, en pleno uso de razón discriminados por una emergencia que afecta a la comunidad entera.
Cada día los expertos en virtualidad la ponderan y resaltan sus logros, ellos están capacitados para impartir instrucciones al respecto. La educación es un derecho de hombres y mujeres incluido en la Declaración Universal de Derechos Humanos como uno de los cinco básicos y los Estados deben garantizarlo, la tarea del educador no es talar selvas sino regar desiertos. El modelo ha cambiado, los docentes son responsables de subsanar errores y evitar la pérdida de cursos. El mejor medio para hacer buenos a los niños es haciéndolos felices y no frustrándolos injustamente.