¿Por qué Elon Musk quiere quedarse con Chat GPT? | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Febrero de 2025

Durante todo el siglo la batalla geopolítica se basaba en quién controlaba y explotaba los pozos de petróleo. La guerra geopolítica actual apunta a la disputa por quién se queda con la hegemonía de la inteligencia artificial.

Elon Musk puede comprar países si se lo propone. Su valor de mercado es mayor a los productos internos brutos del 60% de los países del planeta tierra. Musk se posiciona como un emperador tecnológico y corporativo que vaya a saber el cielo qué objetivos tiene.

Sin embargo, que sea un emperador todavía no lo hace todopoderoso. Recientemente se conoció que Un consorcio de inversores liderado por Elon Musk ofreció US$97.400 millones para hacerse cargo de OpenAI, la compañía que creó ChatGPT. Las cifras están más infladas que el valor de un futbolista, pero existe mucho de fondo.

El primer capítulo señala que, el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman publicó en X, la red social de Musk: "No, gracias, pero compraremos Twitter por US$9.740 millones, si quieres". Aunque parezca algo peligroso, Musk tiene enemigos íntimos -algo medio peligroso si se tiene en cuenta que es la mano derecha de Donald Trump-.

El otro capítulo tiene que ver con las frías cifras. La oferta de US$97.400 millones es mucho menor que los US$157.000 millones en que se valuó la compañía en su última ronda de financiación en octubre pasado. Las conversaciones sobre una nueva ronda de financiación la valoran ahora en US$300.000 millones.

La pregunta del millón es ¿por qué Elon Musk quiere quedarse con Chat GPT? Es una cuestión geopolítica, en primera medida. Todo apunta que la IA se convertirá en el nuevo petróleo del mundo. El que controle hegemónicamente el desarrollo de la IA controlará el destino del planeta.

Según un estudio de IDC titulado “El impacto global de la inteligencia artificial en la economía y el empleo”, el gasto empresarial para adoptar la inteligencia artificial (IA) tendrá un impacto económico global acumulado de 19,9 billones de dólares hasta 2030 y representará el 3,5 % del PIB mundial en 2030.

El tema es que del otro lado del ring está China (y un poco más callada India). Desde que irrumpió DeepZeek, la IA del Gobierno chino, todos en el mercado se dieron cuenta que, como dicen en el pueblo, la pelea es peleando. Y que esta vez, los chinos no se van a quedar quietos viendo como las compañías tecnológicas americanas se quedarán con todo el pastel.

Lo que sí tenemos que resaltar como muy positivo es que, a diferencia del petróleo, la inteligencia artificial no genera conflictos bélicos. Al final, no necesitas hacerte de algún territorio o invadir un país para quedarte con sus recursos. Lo que sí puede pasar es que la demanda de energía aumente tanto que los países bendecidos con agua puedan sufrir embestidas.

Vivamos, quizá, el preludio de una revolución que cambiará el mundo como lo conocemos. Y Elon Musk no sólo es consciente de lo que viene, sino que se quiere quedar con todo.