Qué confortante la profunda devoción, en Colombia, al Sacratísimo Corazón de Jesús y a la Virgen María, Madre de Dios. Tercamente hay realización de crímenes y actitud sorda a llamado a la enmienda de crónicas corrupciones, pero con similar tenacidad, millones de colombianos acudimos, sin desfallecer, a esos dos faros de esperanza. Es fácil dejarse llevar de corrientes de egoísmo y búsqueda de dinero corrupto, y, por ello, la celeste ayuda se desperdicia, y surgen dolorosos torrentes de crímenes.
Pero no podemos dejarnos llevar del pesimismo. Unas manos invisibles nos traen tantos bienes y atajan, “descaradamente”, tantos males. Son las de Jesús, impulsado por su Corazón, y las de María, que recibe con gratitud se le llame “Reina de Colombia”.
Hace 25 años, el 10 de septiembre de 1999, liderados por la Comunidad de “Las Hijas de la Madre de Dios”, que surgen de la espiritualidad Mariana del Penalista Lino Sevillano, siendo yo Obispo de Garzón, colocábamos majestuosa imagen del Sagrado Corazón cerca del Estrecho del Magdalena, en San Agustín, con fervoroso encuentro en el que participó, con fe sencilla, el joven Mandatario Andrés Pastrana. Fervorosa fue la oración por la paz, y notorios avances hacia ella, pero con retrocesos por el caprichoso actuar de otros, animados por principios materialistas e ideales personalistas, cerrados a generosos ideales superiores. Fue también, ocasión de dialogar con el Dr. Lino sobre su fiel adhesión a la Iglesia con sus personales revelaciones.
Es que, además, entre quienes hasta quisieran ser inmunes a esas negativas actitudes, hay empeños contrarios a la naturaleza como el Aborto y el desenfreno pasional, que propicia hoy actitudes corruptas, y negociaciones ilícitas, con lo que ponen diques al bien, y terminan deteniendo los efluvios divinos.
Allí avanzan, en Colombia y en el mundo, en esa lucha interminable en medio de la cual sigue el ser violado en protectorado celeste y la fe profunda en Él, y en sus creadoras contrapropuestas. Es que “los hijos de las tinieblas siguen siendo más astutos que los hijos de la luz” (L. 16, 8-9), pero llegando, sin embargo, a benéficos resultados finales. A fin de cuentas “la vida del hombre sobre la tierra es milicia”, dice el inspirado Libro de Job (7,1), y, en medio de ella, e implorando la protección celeste, se desliza la historia.
Inolvidables actitudes preparatorias desde la víspera de aquella recordada fecha del 10-09-99. Con más de quinientas personas, entre ellas el Obispo, Sacerdotes y Religiosas, dábamos últimos retoques al entorno del Monumento, con unos postes trabados para colocar campanas, que parecían una horca, y al día siguiente, Presidente y Obispo ejerciendo como rústicos campaneros. Allí, con fe sencilla, pedíamos por la paz de Colombia, que sigue tan esquiva, pero seguros que el Corazón de Cristo, y el de María, nos llevarán a mejores días, y no a deslizamientos, como el de nuestra hermana Venezuela.
Prendidos del Sagrado Corazón, estábamos hace 25 años, y allí seguiremos, seguros que Él no nos defraudará. Miradas hacia atrás, como éstas, confortan el alma. “¡Pedid y recibiréis!”, continúan diciendo Jesús y María. Allí estaremos, pues esta fe no defrauda.
*Obispo Emérito de Garzón
Email: monlibardoramirez@hotmail.com