En España, la nueva generación de socialistas post Franco, herederos de los que perdieron la guerra civil, junto con otros sectores de la sociedad, como ocurre con algunos catalanes sediciosos, le ha dado por reescribir la historia y en no pocos casos falsificarla.
En Rusia, los comunistas de Lenin, asesinan a mansalva al Zar Nicolás II y su familia, pese a los cual no destruyen del todo el rico pasado histórico que representaban los Romanov. Asesinan a la familia real para evitar que alguno de ellos pretenda en el futuro reclamar el cetro y para cumplir con su dogma de la lucha de clases y la exterminación del contrario. Sin lanzarse a profanar las tumbas de los zares, que escriben la historia milenaria de Rusia, con personajes como Iván el Terrible y Pedro el Grande. Fuera de eso, pese a su recalcitrante invocación a la política igualitaria por lo bajo, terminan por constituir la nomenclatura de privilegiados, así como van a descubrir con el tiempo que la geopolítica prima sobre su visión estrecha del mundo, por lo que siguen los dictados de la geografía, con miras a frenar el expansionismo chino y aprovechar la primera oportunidad para engullirse a los países vecinos de Europa, como ocurrió debido la mala repartición global de Europa del Este, así como invaden Austria y Alemania.
Viena que había sido la cuna del Imperio Austrohúngaro, como por milagro, vuelve al poco tiempo al sistema democrático. No se les ocurre a los nuevos amos rojos del poder expulsar los restos de los zares en el Kremlin, ni quemar los monumentos como hacen los talibanes. Por el contrario, en la antiquísima ciudadela amurallada pasan a vivir los nuevos amos del poder.
A la inversa, parte de la nueva generación de dirigentes socialistas aupados por Sánchez, en franca contradicción con la política de entendimiento entre los españoles que propicia Felipe González, que restaura la democracia con tanto éxito, les ha dado por profanar los restos del dictador Francisco Franco, pírrica sevicia con un muerto ilustre propia de gentes que les gusta combatir a mansalva.
Franco fue un producto de las circunstancias, un brillante y eficaz oficial en el Ejercito en África, que asciende tan joven en el escalafón que para hacerlo general debieron modificar el tema de la edad. Era un profesional de las armas, que por las circunstancias se inclina a favor de la derecha, siendo más bien un católico tradicional, monárquico y pragmático. Tal como lo demuestra el reconocer el poder hereditario dinástico de los Borbones, convencido que son un factor insustituible de unidad en una España que por su índole tiende a la desintegración y la contradicción entre sus gentes.
Por desgracia, al morir Franco, después del histórico y positivo pacto de la Moncloa entre los más prestantes jefes políticos del momento, incluidos los comunistas, queda plasmado el futuro secesionismo en una Constitución demasiado permisiva con el regionalismo, en donde en ese tema no consiguió el notable constitucionalista Manuel Fraga Iribarne, que se le pusiese un freno legal inconmovible a los intentos separatistas.
Pedro Sánchez, quiere ganar la Guerra Civil Española y tergiversa la historia del país, profanando las tumbas de los héroes de la derecha. Ya sacaron a Francisco Franco. En estos momentos se movilizan en la turbia misión de sacar el Valle de los Caídos, donde yacen héroes nacionalistas y republicanos, nada menos que a José Antonio Primo de Rivera.
José Antonio es una de esas nobles figuras de la Madre Patria, que de improviso irrumpen en su firmamento político, con la misión de defender sus tradiciones y misión histórica. Era lo que en España se conoce como un señorito, que entendía las propuestas del filósofo José Ortega y Gasset, así como el tema de la injusticia social y el atraso, que al ver que el país avanzaba a la desintegración, en parte por cuenta de la intervención de los soviéticos y la internacional socialista en España, resuelve intervenir en política y funda la Falange, donde caben con excepción de los comunistas los inconformes de todo pelambre.
José Antonio, es detenido y conducido a prisión. Lo mantienen aislado en Alicante, en donde se lleva a cabo la farsa de su juicio. Trasciende que por orden del gobierno socialista deciden eliminarlo. Se le despacha al otro mundo por cuanto se les teme a sus ideas, sus planeamientos nacionalistas, sociales y unitarios, como a sus propuestas de cambio social. Es posible que de todos los héroes anónimos o conocidos que están enterrados en el Valle de los Caídos, el que más merece el reconocimiento de la historia y de la posteridad por la validez de sus ideas al servicio de la grandeza de España, sea José Antonio.