Por primera vez en los últimos años el expresidente Álvaro Uribe tiene una imagen más favorable que desfavorable. Es un alivio merecido para un combatiente demócrata de todas las horas.
La izquierda no le ha perdonado jamás haber arrinconado a las FARC, a tal punto que se vieron obligadas a aceptar las negociaciones con el gobierno Santos, que culminaron con el Acuerdo Final 2016.
La oposición de Uribe a Petro ha ido cambiando de tono: desde el inicial color rosa a la enhiesta actitud de estos últimos meses. Ambos, Petro y Uribe, dieron ejemplo de que es posible gobernar o hacer oposición con respeto mutuo y cumpliendo las reglas democráticas. Fue bienvenido ese ejemplo de “elegantia juris”.
Le corresponde ahora al expresidente antioqueño propiciar un reencuentro de las fuerzas políticas de derecha y de centro que faciliten la sucesión democrática del poder. Pensar en el 2026, como lo ha pregonado Uribe, implica ofrecer esperanzas al pueblo colombiano, desencantado hoy con el agresivo liderazgo del primer Presidente de izquierda en Colombia.
La responsabilidad con el futuro del país obliga a todos los actores a superar los particularismos, que tanto daño hicieron en la contienda presidencial pasada. Uribe tiene la jerarquía y la habilidad para armar un pacto victorioso. Se entiende con el expresidente Cesar Gaviria, quien ha insistido en la disposición del Partido Liberal para el entendimiento nacional.
Así mismo, el Partido Conservador y el de la U han hablado de un acuerdo con miras a las próximas elecciones presidenciales. Es la hora de una primera reunión de los expresidentes Uribe y Gaviria con Germán Vargas Lleras y con los presidentes de los partidos Conservador y de la U.
Hay peligro: según Luis Carlos Vélez, RCN, ya aparece una cuarentena de candidatos a la presidencia de Colombia. Por eso debe de actuarse rápido, para evitar que se repita la mascarada política del 2022.
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Acabo de leer sobre la decisión de los gobernadores del Caribe de crear una nueva empresa regional de energía. Puede ser una buena idea. Pero la calentura no está en las sábanas. El porcentaje de generación térmica en el Caribe es muy alto. Ahí está el meollo de las elevadas tarifas. Es más, con la pérdida de la autosuficiencia energética la importación de gas será inevitable en 2025 y 2026, lo que significa energía más cara: el gas importado será más costoso.
La solución del problema no es otra que la ampliación de la Hidroeléctrica de Urra a 1.200.000 kws como se previó en la licitación que abrí en septiembre de 1983 y cerré en abril de 1984, como ministro de Minas. La decisión sesgada del mundo andino de hacer solo un ‘urracito’, de poco menos de 400.000 kws, y la inadvertencia de los dirigentes costeños de entonces, las estamos pagando literalmente muy caras.
Expertos como Ernesto Blanco sostienen que Urra I ya asumió el costo ambiental en un 90%. Y agrega que sigue siendo válido preguntarse ¿si Colombia es el único país en el cual la tecnología de aluminio superó su capacidad técnica?
Monte Líbano es un reclamo y un ejemplo de exportación de materias primas sin valor agregado. Es más, con la ampliación de Urra se podría mantener el potencial exportador, ya que la migración a través del Darién aminora el impacto ambiental de una ruta de transmisión eléctrica. Urra II, asimismo, podría mejorar el control de caudales y evitar las inundaciones cada vez más frecuentes del Sinú.
Corresponde apostarle con vigor a la solución definitiva del costo de la tarifa eléctrica en la región Caribe. Recordemos que, en su concepción original, con el Proyecto Hidroeléctrico del Alto Sinú se buscaba la plena aplicación del modelo integral de desarrollo costeño.
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El nombramiento de J.F. Cristo en el Ministerio del Interior lo interpreto como un buen mensaje del presidente de la República: voy a seguir gobernando con la Constitución Nacional en la mano. El ministro Cristo ha insistido en que el primer paso de las reformas gubernamentales que se presentarán al Congreso, será la búsqueda de un amplio consenso. Su trayectoria política lo muestra apto para esa tarea. En el mismo sentido, el Presidente ha vuelto a recurrir a su propuesta inaugural de un Acuerdo Nacional. Pero fue Petro mismo quien cerró la puerta del entendimiento y calificó esos días como “tiempos de bobería”. Su críptica personalidad lo conduce fácilmente a la radicalización en sus mensajes a la Nación. No hay sector de la sociedad colombiana que no se haya sentido agredido vehemente e injustamente. El micrófono ante “su pueblo” es el escenario que lo transforma en un sabelotodo y en un gran orador, según comenta él mismo. Sin embargo, el abuso del micrófono ha logrado que al presidente de la República ya no se le entiendan las idas y venidas.
Ahora, ¿Por qué aceptó Cristo volver a un Ministerio que ya había ejercido con éxito? ¡No fue solo para pasarle las reformas al gobierno! Debe de haber algo más. ¿Intenta el Ministro armar una coalición entre el Pacto Histórico y los liberales rebeldes, para asegurar la vicepresidencia? No digo Presidencia, porque el partido del gobierno no cederá el primer lugar. Esperemos a ver si el Mininterior se sale con la suya o sale del cargo más temprano que tarde.