El gobierno comunista de Cuba, el cual por más de seis décadas ha sido el mayor exportador de revolución a otros países, especialmente a los latinoamericanos y caribeños, recientemente informó al gobierno de Colombia, con cara de “buen vecino”, que los narcogerrilleros del Eln tienen preparado un ataque, “no confirmado”, contra nuestra nación. Dicho informe, carente de detalle alguno, huele a puro montaje, puro cuento, puro engaño, algo en lo que ese gobierno es experto.
Si tan buenos vecinos son, ¿por qué no han deportado a Colombia a los cabecillas del Eln, entre ellos su máximo líder Nicolas Rodríguez, alias ‘Gabino’, quienes llevan meses en la isla y a quienes el gobierno cubano se niega rotundamente a enviar de regreso a su patria, a pesar de las renovadas solicitudes que han recibido de la Cancillería colombiana al respecto?
El Gobierno colombiano requiere a estos asesinos para juzgarlos por sus múltiples crímenes, especialmente por la explosión de un carro bomba en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, el 17 de enero de 2019, que mató a 22 jóvenes cadetes y dejó 86 heridos, muchos gravemente incapacitados. Bomba ordenada por el Eln mientras asistía a conversaciones de paz en la Habana.
Lo que realmente hoy persigue Cuba, aportando información contra el Eln, es aparentar que ya no es el centro de escondite, entrenamiento y recuperación de cuanto guerrillero y narcoguerrillero ha existido en Latinoamérica, para lograr que Joe Biden, recién posesionado presidente de Estados Unidos, levante a la isla las sanciones que tiene por estar en la lista de gobiernos que apoyan el terrorismo.
A todo esto, Juan Manuel Santos, otro gran farsante y adalid principal de los narcogerrilleros colombianos, se ha manifestado con una carta personal a Biden pidiéndole que Cuba sea sacada de dicha lista. ¡Vaya, por Dios! Qué campaña tan bien coordinada para favorecer a esos comunistas, a quienes Santos les debe tantos favores.
Es claro que Santos, quien pretende convertirse en jefe de los socialistas del Siglo XXI (comunistas) colombianos durante la campaña presidencial del 2022, necesita del beneplácito de Cuba y Venezuela, pilares de dicho movimiento, para lograr su cometido. No en vano tanto servilismo del expresidente con el gobierno de la isla.
Hace apenas un mes la revista Semana destapó la existencia de un dossier que informaba sobre la interferencia indebida de Cuba en Colombia.
Inmediatamente los senadores izquierdistas saltaron a negar la existencia de dicho dossier, acusando al gobierno colombiano de querer dañar las relaciones con Cuba; según ellos: “gran abanderada de la paz en Colombia”. Quien crea semejante afirmación, ignora la historia del conflicto colombiano.
Acertadamente, Efraín Cepeda, del Partido Conservador, y Paloma Valencia, del Centro Democrático, manifestaron su preocupación sobre el peligro que significa para la democracia colombiana la interferencia cubana en la política y en los comicios del 2022.
Bien sabemos todos que el propósito primordial de Cuba es implantar el modelo comunista en el continente. Para la muestra, ahí tenemos la tragedia venezolana, hechura cubana a todas luces.
Sin duda, el bocado más apetecido por Cuba es Colombia. Así que ojo, los juegos políticos cubanos, que comenzaron desde 1960 a exportar comunismo a como diera, son altamente peligrosos para la estabilidad política de nuestra patria.