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Con la posesión de Armando Benedetti como ministro del Interior queda clarísimo que entra con un mandato obvio, que es el de hacer todo lo que sea necesario para que la izquierda pueda permanecer en el poder a partir del 7 de agosto de 2026.
Como se recordará, Armando Benedetti proclamó en una brutal y vulgar conversación telefónica con Laura Sarabia que él era el autor del triunfo que había llevado a Petro a la presidencia de la República. Lo afirmó así y añadió detalles como los relativos a la financiación de la campaña en la Costa Atlántica, a 15,000 millones de pesos que habría conseguido y que no podía revelar su origen porque tendría consecuencias gravísimas, “nos hundiríamos todos” dijo. Se quejó de que había recibido un trato inadecuado a lo que habían sido sus ejecutorias y dejó que se conocieran varias de sus inmediatas bendiciones dentro del gabinete ministerial.
Ahora por fin queda clarísimo lo que ya estaba claro, o sea, que como jefe del despacho presidencial ya tenía a su cargo repetir esta tarea y ahora con su nombramiento como ministro del Interior eso no deja dudas. Tiene una tarea que ya realizó para la campaña del 2022 pero que ahora se le encomienda con una advertencia, si lo pudo hacer entonces sin contar con el Gobierno, hágalo ahora cuando lo tiene a su disposición.
Benedetti tendrá que utilizar su conocimiento excepcional de los congresistas y del Congreso para lograr la aprobación de las reformas propuestas por el Gobierno, la de la salud, la laboral y ya se verá cómo actuar si la pensional sufre un descalabro total en la Corte Constitucional o tan solo algunas inexequbilidades. Pero aún si fracasa en este esfuerzo tendrá unas herramientas para dar un contenido muy fuerte a la retórica electoral de la izquierda, que proclamará que los ríos de leche y miel que ellas traían para el pueblo colombiano, particularmente para los más vulnerables, fueron bloqueadas por una oligarquía que, es el vocabulario que usan, siempre ha esclavizado y despreciado al pueblo. De manera que en este caso gana con cara y sello.
La otra tarea será la de armar un frente amplio. O sea, una coalición multicolor que le permita a la izquierda obtener los votos necesarios para ganar la presidencia y, ojalá, lo que no pudo hacer hace cuatro años, obtener una mayoría en ambas cámaras del Congreso. Se trata de asegurar la gobernabilidad de la izquierda para continuar con el proyecto político del presidente Petro.
Eso lo hizo muy bien en el 2022 al lograr algo más de 3 millones de votos para la segunda vuelta y así derrotar a ese candidato improbable que se llamó Rodolfo Hernández. Por ello es indispensable examinar con una buena lupa los nombramientos en el nivel ministerial y el de las agencias tan importantes como la que dirige ahora Gustavo Bolívar, que manejan presupuestos multimillonarios. Así comenzaría la conformación del frente amplio que luego se traduciría en votos en favor de las organizaciones y movimientos de izquierda. Difícil rememorar el caso de otro ministro del Interior que haya recibido un mandato tan contundente y de consecuencias, realmente, inmediatas y con un gran significado para el futuro de Colombia.
La campaña electoral del 2026 está ya en plena marcha. El brutal discurso del presidente en Chicoral, transmitido luego como alocución presidencial (no sé si ya hubo réplica de los opositores) no deja la menor duda sobre la decisión gubernamental de ganar las próximas elecciones. La retórica está ya elaborada y desde ahora se está utilizando. Y no es un discurso despreciable. ¿Logrará penetrar?