Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Octubre de 2015

VIGOR DE LA IGLESIA

La utilidad de un Papa

Me  imagino que los detractores de la Iglesia Católica y los antipapistas deben estar pasando un momento de acidez estomacal al ver el vigor de la Iglesia y la increíble acogida mundial al servicio que está prestando el Papa Francisco, al lado del cual, en mi humilde opinión, no hay hoy día un dirigente religioso o político que le llegue siquiera a los tobillos. Pero este vanidoso sentimiento que expreso y que hasta pecado venial será, no debe dejarnos perder de vista cuál es en realidad la utilidad de un Papa, o mejor, de su servicio apostólico. Ciertamente no es el de crear una especie de culto alrededor de su propia persona y ni siquiera hacer crecer la dimensión numérica de la Iglesia. Centrarse en estos dos aspectos sería suscitar exactamente lo contrario de lo que el obispo Bergoglio está buscando con su apostolado universal.

En teología se afirma que el Papa tiene, entre otras tareas, la de animar a la Iglesia en su misión de extender el Reino de Dios y ser garante de la unidad de la Iglesia y también de la humanidad. Por tanto el buen fruto del papado consiste en llevar, predicar, exponer al mundo entero la Palabra de Dios para que los hombres y las mujeres de todos los tiempos conozcan la voluntad de Dios, la pongan por obra y trabajen por su salvación. Si por muy popular que fuera un pontífice entre los miembros de la Iglesia y aun en el mundo entero, pero no suscitara conversiones y cambios de cara a lo que Dios quiere, en alguna medida estaríamos ante un servicio infructuoso. No parece ser el caso actual.

Juan Bautista, hablando de Jesús, decía que era necesario que él disminuyera para que Cristo creciera. Esa es la medida del servicio a Dios: que sus profetas, sus predicadores, los jefes de las comunidades creyentes, sean dóciles instrumentos que permitan a Dios hacer su obra en cada persona y que se desgasten en lo que Dios necesita y quiere. El mundo contemporáneo ha sido realmente bendecido en los Papas que Dios le ha regalado. Y, sin embargo, queda por preguntarnos si hemos aprovechado sus servicios apostólicos haciendo que nuestras vidas sean cada vez más conformes a Dios, tanto a nivel personal como comunitario. Un Papa difícilmente puede hacer algo más de lo que todos han hecho. Ojalá todos los que los escuchamos con devoción y respeto seamos capaces de hacer de sus palabras y signos unos medios eficaces para acercarnos a Dios. Y entonces el Papa será realmente útil.