Rafael Gómez Martínez* | El Nuevo Siglo
Jueves, 26 de Marzo de 2015

ATALAYA

¿Se nos pudrió el corazón?

Según el portal Periodismo sin fronteras: “Este 14 de marzo, pasada la media tarde, en Puerto Alvira, municipio de Mapiripán -Meta-, donde las Farc han delinquido durante décadas, un pelotón del Batallón de Infantería No. 19, fue atacado por miembros del frente 44 de los terroristas de las Farc.

Los soldados se defendieron como pudieron pero Mario Alejandro Perdomo Rodríguez resultó herido en la emboscada. En medio del fragor del combate, los compañeros de Perdomo no pudieron hacer mucho cuando los bandidos en su huida se llevaron herido a Perdomo.

Luego de dos horas, los compañeros del soldado encontraron la dantesca escena: A Mario Alejandro lo habían quemado vivo y, después de haberlo dejado sufrir un rato, lo ultimaron con un tiro en la cabeza.

Lo que quiere ocultar el Gobierno es que el soldado se quemó en un “accidente”.

A ese batallón se lo comieron las Farc, como dicen los soldados profesionales heridos en combate. En el 2005, un hecho macabro similar se presentó en el corregimiento de Las Brisas entre Casanare y Boyacá.

El combate con las Farc fue tan duro que de 33 miembros que tenía la BM No.12 batallón contraguerrilla No. 86, solamente quedaron vivos 3. “A los que estaban vivos, las Farc los remataron con peinilla”, relata uno de los tres sobrevivientes quien quedó lisiado de por vida.

Según mismo portal: “Las Farc ordenaron asesinar a los niños de 4, 10, 14 y 17 años de edad, con la instrucción precisa de violar salvajemente a la niña para que la ‘traidora´ a la causa escarmentara y aprendiera que con las Farc no se juega en la masacre presentada en el Caquetá”. Días después, se supo que la señora capturada era una reinsertada de las Farc.

Frente a los macabros hechos, lo que hierve el corazón consiste en la indolencia de JMS Kerensky y de los medios de comunicación que apoyan al Gobierno abierta y descaradamente los cuales deberían producir la suspensión inmediata de los diálogos habaneros por razones humanitarias, diría yo.

Lo que hierve el corazón es el silencio de la Iglesia Católica colombiana quien en vez de ponerse las botas de los guerrilleros, debería ponerse las botas de sus fieles. El silencio de mi Partido Conservador hierve en el alma.

Cuando a una sociedad se le pudre el corazón, se le pudre el alma. Por eso, no importa que cerca de 1.000 soldados y policías fueran vilmente asesinados por las Farc desde que comenzaron los diálogos habaneros.

Al llegar la Semana Santa, bien vale la pena preguntarse si a la sociedad colombiana se le pudrió corazón porque a los niños de Iván, se les pudrió hace rato.

Puntilla. ¿No resulta más que curioso que el fiscal Montealegre aparezca en los escándalos de Saludcoop y Fidupetrol? Pregunto, no más por si acaso. (Se nos acaba el tiempo, el fantasma de AGH nos persigue).

@ragomezmar

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI