Rafael Nieto Navia | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Junio de 2016
Carta democrática: la verdad
 
A propósito de la eventual aplicación de la Carta Democrática a Venezuela, la canciller Holguín dijo: “Nosotros hemos hecho mucho énfasis en que sean los venezolanos quienes encuentren sus propias soluciones, creemos en el diálogo entre los venezolanos, y en los instrumentos que la Constitución venezolana tiene, como es el caso del referendo revocatorio". No es la única. Otros políticos latinoamericanos han dicho lo mismo. Pero esa frase encierra un sofisma: Almagro quiere activar la Carta Democrática precisamente porque en Venezuela el dictadorzuelo Maduro no permite el diálogo para que Gobierno y oposición encuentren sus propias soluciones y, como tiene cooptados todos los poderes de la nación, no hay manera de que los mecanismos constitucionales como el referendo revocatorio funcionen.  
 
El Consejo Permanente de la OEA aprobó el 1 de junio “por consenso”  una resolución en la que ofrece a Venezuela coadyuvar “a la búsqueda de soluciones a su situación mediante un dialogo abierto e incluyente entre el Gobierno, otras autoridades constitucionales y todos los actores políticos y sociales de esa nación para preservar la paz y la seguridad en Venezuela, con pleno respeto a su soberanía” y darle “su respaldo a las diferentes iniciativas de diálogo nacional que conduzcan, con apego a la Constitución y el pleno respeto de los derechos humanos, de manera oportuna, pronta y efectiva a la solución de las diferencias y la consolidación de la democracia representativa.” Puro bla, bla, bla.
 
La oposición consideró la resolución como una derrota del Gobierno, y éste como un respaldo a su gestión, lo que muestra muy bien que no hay soluciones fáciles. No por primera vez la oposición da palos de ciego.
 
Es verdad que el Consejo Permanente no ha debatido el informe de Almagro sobre Venezuela. Son 132 páginas con una relación detallada de las violaciones de los derechos humanos y de la Constitución venezolana por el régimen de Maduro. Me temo, sin embargo, que la mayoría de los países y los miembros del Consejo ni siquiera se van a tomar el trabajo de leer el informe. Hay una maquinaria bien aceitada por Venezuela desde los tiempos de Chávez y, en todo caso, los países latinoamericanos son cobardones frente a ese régimen.
 
Regímenes como el venezolano no se caen nunca. Como los mecanismos internos no funcionan, el Ejecutivo es omnímodo. Maduro ha amenazado a la Asamblea, popularmente elegida y por aplastante mayoría, con eliminarla. Y la experiencia de otros países y los antecedentes venezolanos demuestran que es posible. La Asamblea agachó la cabeza cuando anularon la elección a tres miembros que le daban la mayoría absoluta. Nada hizo para tumbar la elección espuria de los miembros del Tribunal Supremo que hoy declara inconstitucional todas las decisiones que toma. Errores graves por tratar de demostrar que actúa democráticamente.
 
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Coda uno: Maduro le dijo a Almagro que se metiera la Carta Democrática por donde él se mete la Constitución venezolana, que es mucho más gruesa, todos los días.
Coda dos: Hay una palabra para resumir los doce años de izquierda en Bogotá: Bronx.