Bienvenidos todos los reclamos por el restablecimiento pleno al puesto que le corresponde a la cátedra de Historia Patria. No hubo el suficiente reclamo el día en que este tan importante filón de estudio perdió su propia identidad y pasó a ser un tema más de “sociales”. Hay que reclamar que se le dé la altura del caso. Qué importante que la memoria de los testimonios de nuestros mayores sea colocado de paradigma de bondad, con sus incontables acciones de bien, iluminados por el ideal de responder a los dones de Dios con dedicación y generoso desprendimiento.
Cómo me ha complacido que, al buscar iluminación sobre el tema general de “historia”, haber encontrado abundancia de citas muy dicientes en el compendio de magistrales documentos del Concilio Vaticano II. Tiene naturalmente en su mirada la Iglesia la “historia de la salvación”, repaso del pasado que dé impulso al fin último de bien, y, después, trayendo múltiples citas de la Sagrada Escritura en documentos como la “Constitución sobre la Iglesia”, el dedicado a la “Divina Revelación” y el “Iglesia en el Mundo Moderno”. Tenemos reflexiones de gran importancia sobre la finalidad de la historia humana, con la cual, por su misma finalidad al ser fundada por Cristo, “se siente íntima y realmente solidaria” (Gaudium 1).
Se repite la máxima “la historia es la maestra de la vida”, pues en ella se van consignando expresiones que indican senderos de bien y aparecen ejemplos valiosos a seguir para que atraigan valientes seguidores, pues “los ejemplos atraen” y se evitan los caminos errados que han traído mal y ruina a la familia humana. Esa historia general tiene sus escalas, desde la personal y familiar, hasta historia de la Patria Chica y las nacionales y de cada país, que van conformando la historia universal.
Es de destacar que la historia de cada uno de los pueblos es la que los va caracterizando, y las ideas y hechos consignados en ella son las que le dan grandeza o pequeñez. La mirada hacia el pasado, que con responsabilidad se va consignando en serios documentos, es algo que ilumina el presente, da estímulo a los pasos de bien, y advierte lo hecho que es preciso seguir consignando con altura.
De gran honestidad debe revestirse quien escribe la historia. En esa calidad la “historia patria”, que ha motivado esta reflexión, para que sea realmente verdadera y no parcializada al pensamiento y simpatía del historiado. Solo así será confiable y estará dando las lecciones que invitan al bien así como las que reclaman camino distinto para no reincidir los fracasos y ruinas del ayer.
Es en digna dimensión en la que hemos de seguir reclamando que se restablezca en su debida categoría, en todos nuestros centros educativos, la cátedra de Historia Patria. Es allí, despojada de propias simpatía y de parcialidad, en donde esperamos tener el resultado de las tareas de la “Comisión de la verdad” a la que dio origen el presidente Juan Manuel Santos, y que está “oyendo tantas voces disimiles”, por lo que solo le quedará referir fielmente lo expresado en ellas, y que en sereno estudio se saque la conclusión de la verdad verdadera. Es así como esperamos este aporte, dentro de las condiciones que hemos advertido.
*Obispo Emérito de Garzón
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