Recuerdo muy bien la primera columna que escribí para este periódico. Se llamó Las Pymes, y hablaba de la importancia de promover el emprendimiento en Colombia para que, a su vez, generara más empleo. Eso fue ya hace casi veinte años. El único periodo en que suspendí la escritura de estas líneas fue cuando trabajé en el SENA. Pero tan pronto se terminó ese ciclo, el siguiente lunes, volví a este querido espacio.
El ritmo de aprender a leer y a escribir estas letras, lo tuve aquí. A mí, que me gustan tanto los números, me puse a hacer el ejercicio y me da algo así como medio millón de palabras escritas para este periódico que llevo en el corazón.
Este es un ejercicio de conversación personal y responsabilidad. No es adecuado usar estos espacios tan valiosos para dividir a la sociedad. La voz, alta o baja que se tenga, tiene que pronunciarse en un tono adecuado y con la profundidad de los argumentos que sobre todo, estén basados en la sensatez y rigurosidad investigativa.
Disparar dardos de mentiras es muy fácil. Es clave tener la documentación y las pruebas que respalden los argumentos. Porque una cosa es el periodismo y otra bien distinta, es la justicia. Las investigaciones que se publican en la prensa y en los medios de comunicación, en un país con tantas limitaciones, deberían ser tomadas con la rigurosidad investigativa y con la responsabilidad de ahondar en las denuncias que día tras día, traen las noticias. Los equipos de investigación de los medios de comunicación deberían trabajar por construir más confianza entre sus lectores y seguidores.
¿A quién creerle?, ¿Qué denuncia es acertada y sin interés de beneficiar a alguien? Tal vez esa falta de confianza, se relaciona con los niveles de ética que se tienen, o de los que se carecen, cuando de informar se trata.
Hoy que la tecnología y las comunicaciones se han democratizado, tenemos derecho a saber más, a informarnos y el deber correspondiente, es hacerlo bien.
Cada cual tiene sus propias preferencias políticas, económicas, religiosas, espirituales, raciales, sexuales, etc, pero qué importante es lograr encontrar el espacio interior para tener esas reflexiones personales, del que les hablaba en el comienzo, para hacer el ejercicio semanal de compartir en una columna el resultado de analizar los vaivenes de la vida cotidiana, y producir una información veraz y sin apasionamientos.
En este periódico he tenido la oportunidad de desarrollar esa capacidad. Y siempre estaré agradecida por eso.