Relevo en el Ministerio de Defensa | El Nuevo Siglo
Martes, 25 de Febrero de 2025

La renuncia del ministro de Defensa, Iván Velásquez no sorprendió a muchos, pero el nombramiento del Mayor General de la Fuerza Aeroespacial, Pedro Sánchez, sí generó gran expectativa y debate en diversos sectores del país. Se trata de una designación inusual para un gobierno de línea progresista, lo que hace necesario analizar las implicaciones de esta decisión y sus posibles efectos en la seguridad y defensa nacional.

En primer lugar, es imperativo destacar la trayectoria del General Sánchez, que como oficial demostró una sólida formación, principios éticos y respeto por la Constitución. En la actividad ocupó posiciones de gran responsabilidad, ganándose el reconocimiento de superiores, compañeros y subalternos. Ante estos antecedentes, es claro que el presidente no improviso en su elección.

Algunos han cuestionado el estar en actividad al momento del nombramiento, sin embargo, la historia demuestra que, en el pasado, los presidentes solían designar oficiales activos como ministros de Defensa sin inconvenientes. Actualmente, la normativa exige que pasen a retiro antes de asumir dicho cargo, y el General Sánchez ha cumplido con este requisito.

¿Por qué un militar al frente del Ministerio? La respuesta es sencilla: Colombia atraviesa una de las crisis de seguridad más complejas de los últimos años; la presencia y expansión de grupos armados ilegales en diversos departamentos, evidencia la falta de experiencia y desconocimiento por parte del hasta hace poco ministro y las dificultades del Dr. Velásquez son prueba de ello. En este contexto, un oficial con formación castrense y experiencia en la lucha contra el crimen organizado, es una elección lógica y necesaria.

Ahora bien, el éxito del General Sánchez dependerá de que cuente con autonomía para ejercer sus funciones. Es fundamental que tenga la potestad de nombrar sus viceministros, manejar el presupuesto y dirigir la política de defensa sin interferencias de otros ministerios o del Consejo de ministros. Solo así podrá recuperar la operatividad de la Fuerza Pública y retomar el control de los territorios hoy dominados por estructuras criminales.

No se debe pasar por alto que su designación también responde a la intención gubernamental de continuar la política de “paz total”. Su participación en el rescate de los niños en la selva y esa reputación como aliado del proceso de reconciliación muestran que su papel no será únicamente militar, sino también político; esto lo coloca en una difícil encrucijada: debe combatir con determinación los grupos armados ilegales, mientras navega en la estrategia presidencial de negociación y paz.

Desde aquí, le deseamos éxito en su gestión, sus logros serán los logros del país, pero debe recordar que su lucha es también la lucha de la Fuerza Pública, y cualquier traspié tendrá consecuencias directas en la moral y la operatividad de nuestras instituciones.

El reto es grande y el tiempo apremia.